martes, 28 de septiembre de 2010

Un diente roto y pan duro

Un beso desencajado en un cajón abandonado. Tiras de piel por doquier cuelgan de los brazos que buscan refugio.

No hay respuesta.

Besos de mentira, señales de ira navegan en barcos a la deriva y mueren en arenas movedizas, son sumas con suma importancia que un niño escribe con tiza. 360 grados hacia el interior del corazón que empuja palabras cardíacas al son de la anarquía taquicárdica como réquiem de la noche. Mis dedos mellados ya no sienten el rastro de tus huellas que antaño brillaban y firmaban las secuelas de las suelas de tus besos que solían dejarme tieso palpitando un tímido ese o ese.

Por eso te besé.

Por pasar el tiempo, por perecer en tu pecera y ahogarme con el primer suspiro de tu primavera.

Y por vez primera sentir tu hálito pálido en mis mejillas dolidas con señales de heridas dormidas que despertaron en tu cálido hábito de ser y estar. Recé en tu regazo y terminé como siempre, bebiendo del pozo de los deseos de cristal y cubos de hielo.

jueves, 23 de septiembre de 2010

martes, 21 de septiembre de 2010

La bibliotecaria

Y los pétalos rojos mancharon la pared de pecas.
El café frío y los ojos calientes, dos bocas que no dejaban escuchar una a la otra fumigaban la intención que nació en un beso hace mucho tiempo. El camasutra oxidado encima de un colchón nuevo era espectador del mensaje que el tedio telegrafiaba en suspensión en aquella atmósfera insípida, impoluta y transparente.
Cogió su regalo, puños de algodón y poliéster caían a golpes,casi toda una vida encerrada por una cicatriz metálica, y dejando una estela casi invisible de su aroma liviano hacia la puerta, permitió que esta marcara su perímetro con el último golpe de corazón.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Cuando todo el mundo duerme

Cuando todo el mundo duerme yo no puedo. Por miedo escribo. No puedo dormir y escribo para burlar, esconderme, huir de aquel mundo tan lejano que vive bajo mis párpados, bajo el escudo de algodón que a veces tanto me ahoga.

¿Puedes sentir ese gélido aliento?

Todos sueñan sin querer mientras yo sueño despierto por evitar la soledad que levita fúnebre sin rastro en este desierto de apenas unas trizas amarillas de lo que antes fueron las rocas que mantenían la vigilia sostenida en unos acordes casi imperceptibles. Sueño despierto y así despisto a mi lado más siniestro. No puedo dormir y pienso en la esencia de la inconsciencia, no tengo paciencia para el exilio voluntario hacia las nubes. El lobo devoró a las ovejas en la urbe y me urge descansar pero no puedo. No puedo.

Cuando todo el mundo duerme yo les miro. Son cadáveres que ganan y pierden aire, pero siempre pierden vida.

¿Puedes sentir ese gélido aliento que llama a tu ventana?

Es el frío que se cuela por debajo de tu manta y te muerde las uñas. Es el miedo a dormir. Es el sol que nunca llega.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Colapso

Yace marmórea rodeada de tiza la figura de su pensamiento defenestrado. La locura le besó, sí. Le abrazo con sus brazos de seda espinosa y con el pulgar de su anular recorrió lentamente su oreja de arriba a abajo, como buscando el dial adecuado para una noche de soledad y pálpitos irregulares que distrajera aquel dolor que se había instalado en su cuerpo. La locura hizo nudos con su tejido cerebral hasta ahorcarle rodeado por un océano de gelatina rosa donde siempre reinó la misma diosa, la Locura.
Accedió a ser su simbionte, ¿quién puede rechazar una entrevista con ella? ¿o un contacto visual? ¿o aún más, un roce? Eso sí que era un buen viaje, un roce con sus caderas. Hasta ahora todo el que pasaba las yemas por sus caderas perdía la identidad, ¿recordáis ese dicho que dice "el que juega con fuego acaba quemándose"?, pues ella no daba segundas oportunidades ni te soltaba si la mirabas mordiéndote el labio.
¿Acaso no era eso lo que querías?

jueves, 9 de septiembre de 2010

Lunes

Desnuda tu cuerpo me anuda y deja sin respiración los minutos del corazón, órgano sin importancia en una noche frenética de sábanas de vecino.

Se hace de día pero ninguno de los dos dormía.

La ropa está en el suelo y las llaves de tu casa intentan abrir mis pantalones. La persiana preserva y la luz de la vida del nuevo día acaba inerte empotrándose con la persiana, escudo de un placer de madrugada. Veo cómo te viste la sábana blanca desde el marco de la puerta y pienso en volver a mezclar el alcohol con el refresco y hacerme otra copa de sexo, quién sabe si el sudor dará origen a otra flor fuera del tiesto. Frío, calor y sudor que emigra de cuerpo a cuerpo mareado sin saber dónde caer muerto, no existe el reposo y la sístole y diástole distraen al compás que hace eses tan perfectas y sedantes como la cara b de tu cadera. Finalmente caímos fusilados con el último empujón de una bala perdida y resucitamos al día siguiente, sabedores del amargo sabor de levantarse con un desconocido.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Miércoles

Cantando se fue a su casa, hacía mucho tiempo que no filosofaba mientras orinaba en cualquier bar, con la mano en su miembro y la siniestra empujando la pared.



"Los codos van al cielo..." celebrando la muerte del día y el nacimiento de la oscuridad. Y el tiempo apremia a los insolentes que se dejan vencer por el cansancio, mañana no volverá a ser igual, pero nos da igual a todos. Consúmete raudo que los hielos copulan con el licor nocturno y las agujas penetran. Déjate caer a este lado del meridiano y dime que...todo es mentira. Que no fue tu cintura la que me llenó de ira, que nunca giró tanto el mundo para que nos cambiara tanto la vida. Dime que no estuviste allí y que solamente vi una imagen rota que rompió la puerta de la verdad testaruda, dime que volví a jugar a anudar los collares de sal en el mar, nunca más, nunca más…

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Viernes

Y cerré los ojos al amanecer. Siempre sedoso su suave silencio asomando al fondo y alargando las sombras de los escasos quietos, inmóviles testigos del fuego eterno que canta la misma serenata día tras día.


Día tras día...


Cerré los ojos, ásperos de tragar otra noche de roces, de coces que escuecen, de cocerme otro viernes recóndito en el que se pierde el rastro de toda herradura amiga.

Los cerré...

Y la luz murió en un chasquido de párpados azules y lenguas de tierra movedizas. Los brazos fusilados besaron el colchón virgen de eso y los ojos se volvieron al pasado de cara a las entrañas, fue un coma necesario como el comer.

Y ya nada volverá a ser igual, ya nada volverá a ser igual...