miércoles, 27 de agosto de 2008

Para ti

Iluso enciendo un cigarrillo pensando que cuando tire la colilla aparecerás girando la esquina para darme un abrazo con tus grilletes bien abiertos,
porque no hay mayor libertad que la que te da alguien de quien no quieres escapar.

martes, 26 de agosto de 2008

El banco

Ahora, cuando el día comienza a morir aunque todavía no agoniza, cuando sale la brisa a pasear sin premisa por tejados, parques y se cuela en tu cocina y se queda en la repisa, no existen reglas ni rejas que pongan límite. Sentado sintiendo su refrescante beso de seda contemplo tranquilo mi soledad, estoy solo pero no más solo que los demás. Individuales salen del parque con su sombra sudada, otros pasean nuca despejada, quizás recorriendo el camino de ida mirada pegada en el asfalto.
Allá una farola hace de estrella amarilla en una ciudad tan iluminada que apaga el cielo. Luz que aleja el miedo, que nos deja ciegos y que rasga las velas de este barco condenado a morir a la deriva sin un miserable punto de apoyo luminoso.
Solo,
como la farola que me saluda e ignoro cada día que paso por tu ventana volando y me encuentro la luz de tu cuarto apagada, como esta noche que falsamente ilumina una sombra difusa en un banco. Ojalá la luna me empujara contra el suelo, al menos tendría la compañía que tampoco me ofrece la luz del día.
Y sé que allí tú no tienes luz ni coordenadas y que tan sólo son palabras las que se extinguen a cada línea que pasan tus ojos, como las impacientes cerillas que desean saber que habrá más allá. Sé que tú también estás perdida, que te duele pero no sabes dónde tienes las heridas. Te ofrezco mi soledad entre dos cipreses montando guardia, una bicicleta con la que ciego te puedo llevar a casa, un papel doblado y mi boli con tinta tiritando a bajo cero.
Te dejo tocar mi vida y que pases tu lengua por todos mis poros y que me cierres la boca a besos de esos que borran la memoria ahora que empieza a refrescar y pienso en bostezar mientras toco el arpa con tu cabello escondidos bajo las sábanas.

sábado, 23 de agosto de 2008

Estás en la epidermis de mis gafas de sol

Me susurras confidente y fundes mis cartílagos, que escuchan atentos cómo nacen las palabras en tu vientre, en velas que iluminan vagamente un cuarto con dos cuerpos que se mueven al compás de las estaciones. Verano.
Nos arropamos con nuestras pieles, yo a tí con la mía y tú a mí con la tuya, ya no existe más vida alrededor que la que ambos proporcionamos cuando jugamos a Dios sabe qué. Jugamos sin hueso, así evitamos fracturas mientras lenguas limadas que terminan siendo palillos con los que extirpamos los restos de nuestro banquete carnal que nunca nos sacia hablan desnudos sin mudas.
Llega Septiembre y seguimos con hambre, ceno delante de la tele la peor comida en la mejor bandeja, tu vientre. Desde pequeño siempre fui de los que repetían en la mesa, y como he cambiado poco, sigo siendo un crío y sigo repitiendo plato.

jueves, 21 de agosto de 2008

Sueño

Entre estas rejas desterrada te quejas, lloras por una eternidad espontánea que nos aleja, perpleja abres los ojos rota y finges sonrisas de cristal que dibujan cicatrices en tu favorita pizarra oxidada, olvidada abres los brazos buscando alivio en cada trazo que marcas a tu paso, no hay nadie. Tus lágrimas saben a tónica y secan el suelo que siguen los que siempre van solos, si supieras el camino de vuelta...si supieras el camino de vuelta no volverías, aunque matase a todos los pájaros que devoran los trozos de pan que hice migas cuchillo abierto empuñando el gas.

martes, 12 de agosto de 2008

Caricias en el cielo

No había nada ni nadie alrededor, únicamente el grito del viento que sólo fluye fuera de la ciudad, es un viento con acento, viento de fuera que hace hablar a la paja y a alguna bolsa de plástico extranjera que se ha colado en medio de la nada, más allá de la cuneta al lado de una vía de raíl oxidada donde han crecido flores amarillas fomentadas por el poder del olvido me encuentro con un amigo, apoyados en el capó de su coche pedimos al cielo que llore. No podemos pedir a la luna que nos guiñe, su majestuosidad de marfil con caries que la hacen igualmente preciosa duplica nuestras formas en un suelo pajizo de tierra, ya no estamos solos.
Tantos lunares en piel morena me hicieron pensar en ti, en el brillo de tus dientes, en la tierra que pisas y en tu aliento que me llega con el viento en forma telegráfica basada en ceros y unos, cero sin ti, uno contigo. No pude pedir un deseo aunque vi estrellas fugaces camicaces que son algo un sólo momento y pierden su sentido dejando una estela en forma de caricia en un cielo lleno de espectadores alumbrando semejante haraquiri que lo abre momentáneamente. Me pregunté si esa estela sería capaz de construir un puente entre tú y yo, aunque solamente fuese ese brillante y apresurado momento, sólo necesito ese momento para verte tocarte y sentirte bien fuerte y saber qué es ser un astro iluminado gracias a otro, como la luna y el sol, amantes en la distancia.

domingo, 10 de agosto de 2008

Sin título ni sentido

Y desear encontrar el alivio en las sábanas otra noche que comienza a clarear, encontrar el mismo bar y mi cerveza caliente caducada de un día para otro en el baño, el mismo camino a casa, la misma borrachera, diferente tu mirada.
Quiero dormir sin pensar en querer dormir, quiero cerrar los ojos y dejar de existir durante lo que dure este elixir. Tengo miedo de dejar de escribirte lo que te escribo y pierdo los estribos, no sé hacer nudos ni sumar con los dedos, uno más uno dos y así sucesivamente, amarte no es querer como quiere la gente, mentiras recicladas, y la verdad es que sólo sé escribir cuando llego ya por la mañana y no te veo en la cama, por eso sólo quiero dormir sin pensar, porque sé dónde estás y estás lejos, por eso quiero cerrar los ojos y esperar al día siguiente, donde un paso dado significa estar un paso más cerca de ti.

sábado, 9 de agosto de 2008

Cuando vuelves de Madrid el cielo se hace postal

De madrugada

Me debato entre garabatos de madrugada con palabras que saben a humo y hielos desgastados. Cada vez que me miro en el espejo del ascensor de madrugada parezco un año más viejo.
Ella mientras, duerme en nuestra cama, postrada como caída del cielo, su falda es un plástico que abandonado baila de noche en la mitad del asfalto. Tengo sed y si me como esta rodaja de sandía me comeré tu roja sonrisa, sangre y carmín de un beso robado a Dios quizás, o a un loco vagabundo que me dio clases de arquitectura. Sostener estos pilares de piedra pulidos con abrazos en fácil a tu lado, mientras duermes hablas de nosotros dos, te escucho desde mi cama y añoro cada cicatriz y surco que surca mi cuerpo que siempre va a dar a ti, siempre.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Me quedé con ganas de besarte

¿Qué es lo que hay detrás de esa sonrisa? Fuegos artificiales entre dientes y encías, una lengua que juega con el deseo y anuda mi garganta. Me pregunto que habrá detrás de esa sonrisa mientras pierdo el sentido sentado olvidando lo demás y dejando que mis ojos giren hacia dentro. Tensos sus labios dan forma a suspiros a bajo cero que llenan la cama de vocales, consonantes y exclamaciones en una sopa de sudor frío y caliente, nunca templado, los términos medios siempre fueron demasiado vulgares para una fantasía ilimitada. Me pregunto qué tendrá esa sonrisa que me convertía en faro con collarín apuntando directamente hacia ella.

sábado, 2 de agosto de 2008

Diario de A Borde

Todo comienza en la estación de autobuses de Salamanca, en los servicios un hombre que orinaba de pie a mi lado expulsó un pedo, bien, primer arqueo de ojos señal de sorpresa.
Una vez sentado en la plaza 25 del autobús mis orejas se hicieron grandes ante la conversación de dos chicas que conversaban a mi espalda, con acento americano de la Texas más profunda y con un olor a carne quemada, y no de buey, una chica charlaba con su amiga sobre amores, compañeros de piso que hacían agujeros entre la pared de su habitación y la suya y sobre futuro, trabajo y responsabilidad...vanidades envueltas en celofán sobado por un yonki semi rehabilitado mientras intentaba apaciguar su voz sabor chicle de fresa con extra de azúcar con música de mujer.
Llegué a la capital, eran casi las 8 de la tarde, hacía calor y había mucha gente diferente a la de mi ciudad, Salamanca, por lo que mi instinto me hizo moverme para no ser presa fácil de los posibles depredadores que mi mente inventaba.
Me recogieron y me llevaron en coche hasta lugar seguro, una casa de apenas cuarenta metros cuadrados adornada con puerta verde y un patio llenos de flores del mismo color que la puerta.
Ebrios salimos después de cenar unas pizzas caseras de casi nueve euros unos amigos de mi amigo y su novia, borracho el prisma es agradable, sociable y además hace menos calor.
Bar de rock, música en directo en nosequé calle y buen rollo. Copa tras cerveza chupito y tabaco de liar, era inevitable que un animal sociable apuntase sus ojos en dirección femenina, y así fue. Una chica de cuyo nombre no me acuerdo recogía los billetes invisibles que arrojaba al son de una canción, así entablamos una conversación sin sentido: esos billetes que yo lanzaba servirían para que ella se construyese una casa en Madrid con barbacoa y piscina, a cambio yo tendría una habitación pequeña y coqueta, nos veríamos en dos años, según ella, el dos de Agosto de 2010. Mientras nos reíamos de la camiseta rota por la espalda de un chico uníamos pensamientos tan artificiales como los ingredientes de aquel chicle de fresa con extra de azúcar, sabía que nada pasaría pero esa sensación de ser querido sin serlo era tan agradable...viviendo la misma mentira bañada en alcohol...noche tras noche...noche tras noche...noche tras noche...
Me despedí y nos fuimos de aquel bar, Honky Tonk creo que se llamaba, ebrios todavía señalando con nuestras pupilas dilatadas las migas de pan que dejamos a la ida.


Ella no parecía dispuesta a quedar aquella noche, vivía en las afueras de Madrid a casi hora y media del centro y él sólo quería verla, amor de pantalla lo llamaba, confusión o falta de amor que coincidió en ambos...
Llegó a casa y ebrio escribió una carta en la pantalla del ordenador, una carta muy larga sin origen ni destinatario y quizás sin sentido, pero daba igual porque estaba ebrio.
No sé si podré dormir, hace demasiado calor.