lunes, 30 de junio de 2008

Cama para uno [part XI]

Esta historia no es real porque todavía no se ha cumplido, realmente no sé si se cumplirá porque nadie la entendió como tú ni prestó tanta atención como tú, nadie me ha pedido siquiera que se la volviese a contar...
Te enamoraste de aquel chico por su debilidad, quizás porque te dio pena o por sus detalles, no lo sé porque nunca me dijiste si me querías o no y yo nunca te lo pregunté, aún así tras los cristales rotos que he ido dejando en mi camino inicié esta historia con ambos separados porque así comenzó la nuestra, mejor dicho, la nuestra empezó como "no juntos" que no es lo mismo.
Hoy te he contado esta historia de nuevo, con Junio casi acabando en este café amargo y tú me has hecho la primera pregunta

"¿por qué has vuelto a contármela esta tarde, en esta misma mesa, en este mismo café, después de tanto tiempo?"

Siempre luché por encontrar una historia que me uniera a alguien en este mundo, dentro y fuera del papel, pero todas las historias que he ido escribiendo se han esfumado, como las personas que se aburrían con ellas o mostraban indiferencia debido a que nunca encontraban el final (ni siquiera sé si había alguno) y se aburrían por el camino o yo les dejaba de contar historias porque creían que les estaba contando un cuento, desde que te conocí entendí que lo que debía hacer primero no era buscar una historia sino encontrar a la persona que me entendiese y que formase parte de la mitad de esa historia, tú.


Quieres ser esa chica cobarde de maleta de cuero marrón, camiseta de tirantes, faldas y bragas mal dobladas, la chica que observa fotos desnuda en la cama, la que tiene un matasellos en su roja boca y escribe te quiero en el vapor del amor de madrugada, la que no concibe un puzzle para una sola persona, quieres.



sábado, 28 de junio de 2008

Hoy es ya mañana

Nace un nuevo día a eso de las ocho menos diez y las ventanas comienzan a abrirse, las casas respiran después de otra noche bochornosa. La estación engaña a los noctámbulos, que vuelven tiritando a casa, unos se encojen de hombros y otros chascarrean sus dientes entre marujas en bata y chicos con mochila que comienzan un nuevo día. Unos en una dirección y otros en la opuesta.
En mis pasos hacia la cama mato este nuevo día pensando que mis dedos son tan solo una extensión que trata de tocarte inútilmente.

lunes, 23 de junio de 2008

Cama para uno [part IX]

"Se me ocurrió que quizás podríamos empezar a armar el puzzle de nuevo juntos..."


Eso le dijo a él, eso implicaba recoger su ropa perdida por la habitación, la del cuarto de baño, la que llevaba más de una semana en el tendedero pintando de arco iris la fachada de una casa gris, la ropa de la lavadora, sus bragas que se ponía de parche en sus batallas interminables en alta mar, baja mar y entre mar, sus faldas que hacían de capa de superhéroe y de fina manta de siestas a mediodía, implicaba recoger su cepillo de dientes, despertador con el que hacía sonar la mejor de las melodías de marfil, aunque su mejor cepillo de dientes era su lengua, la de él, buitre carroñero siempre dispuesto a hacer ese doble favor. Implicaba hacerle la maleta con todo eso, implicaba recibir unas llaves repetidas que no tenían cabida en ninguno de sus bolsillos, pero también acarreaba el que en esa maleta se llevase la futura rutina, y que surgieran las visitas sorpresas, la cama para dos improvisada pero siempre con los mismos protagonistas, la espera en la boca del metro a ver a esa mujer desfilar mientras los ojos se besaban antes de que los labios hablasen, la impaciencia, los mensajes sin sentido, y sobre todo, la vuelta a escribirle cartas y recibir cartas con un matasellos color carmesí, escarlata, rojo, bermellón, colorado, púrpura o grana.

La casa estaba como siempre había estado, hecha un auténtico desastre, cosa que nunca le importó a ella, todavía salía vaho del cuarto de baño y las fotos vestían una cama anárquica de color carne y dos ojos femeninos encendidos que apuntaban sosegados como si esperasen una respuesta. Fue una gran sorpresa encontrase con ella cuando menos se lo esperaba, casi desnuda en su cama observando fotos...El alcohol en sangre amortiguó el shock que produce encontrarse a alguien en tu casa de pronto, pero ella era sigilosa, tan sigilosa que podía entrar en tu cuerpo antes de que tus nervios comenzasen a mandar la información al cerebro para hacer nacer un orgasmo. Y estaba allí, pidiendo derretir las fotos con el calor de los dos y hacer un nuevo edredón multicolor, estaba pidiendo volver a hacerlo bien, y hacerlo eterno, porque la distancia en una ciudad no es distancia cuando los abrazos y el último beso del día dejan el calor y el sabor dilatando en sus cuerpos hasta el día siguiente, o hasta la siguiente vez que se vean.
Él hizo su maleta, pero aquella noche la pasaron juntos.

viernes, 20 de junio de 2008

Cama para uno [part VII]

Llegó solo a casa, borracho y empapado, había hecho su camino largo para refrescarse con un auténtico chaparrón de madrugada. La llave se hundió en la cerradura al tercer intento, la puerta lloró al abrirse y decidido fue a tomar el camino de la cama, esta vez dormiría sobre ella y no a su vera, chapoteó dejando huellas sobre el suelo sin percatarse de una carta que alguien había metido debajo de la puerta y que había pisado y arrastrado en la suela de su zapatilla derecha hasta su cuarto. La borrachera era lo suficientemente importante como para evitar que pensara en ella. Se dejó caer en la cama y se quitó la ropa en su lúgubre cuarto solamente soleado por un flexo pertinaz e ilimitado. Zapatilla izquierda, zapatilla dere..... -"¿Qué es ésto?"- Se preguntó poniendo en uve sus finas cejas. Era una carta acompañada de una fotografía, su carta y una fotografía de ambos que decía lo siguiente:

"Lo siento, quiero volver y no perder más el tiempo, quizás el poco tiempo que me queda, o que nos queda, no quería ser egoísta pero no puedo dejar de serlo, aunque sé que es más egoísta el solamente serlo contigo"

Se terminó de desnudar, cogió una toalla blanca y se dio una ducha bien caliente, solamente con el propósito de hacer vapor. Cuando salió del cuarto de baño se podía leer en el cristal de la mampara te quiero.


viernes, 13 de junio de 2008

Cama para uno [part V]

Algo tembloroso cogió el bolígrafo pero de pronto, cuando se disponía a escribir, sonó el telefonillo del portal, y de un salto su figura sombría se desvaneció del cuarto para teletransportarse de inmediato a la cocina, que es donde estaba dicho telefonillo, y contestar:

-"¡¡¿¿Si??!!
-"¿Está Ana?
-No...Te has confundido...
-¿Sabes en qué piso vive?
-No.
-¿Me podrías abrir para ver en los buzones, por favor?

Colgó. Colgó con la misma fuerza con la que arrugó aquella carta que seguía adornando la mesita de noche como una de esas figuras que adornan por defecto una casa y sólo hacen que guardar el polvo, colgó suave, casi sin fuerzas más que cuidadosamente. En realidad aquella llamada inoportuna le salvó de empezar a escribir una carta que no sabía ni cómo empezar. Sólo rondaba por su cabeza la primera de las escasas y últimas líneas llenas de borrones de aquella carta:

"Ambos sabíamos que que este día llegaría. Lo siento, lo siento tanto..."

Él sabía que algún día ella se iría, pero tan pronto no, no tan pronto. Ni siquiera le despertó, porque sabía que él no le dejaría irse, nunca, siempre entre sus brazos. Ahora estaría en su casa de las afueras de la cuidad, en su siempre limpia e impoluta casa de las afueras donde el radio de los brazos de él no llegaban a juntar ambos pechos en uno solo. Ahora estaría en su impoluta casa de las afueras haciendo...no lo sabía.
Decidió retomar la carta pero pasados diez minutos su postura encorvada permanecía inmóvil, el gigante papel seguía en blanco y una pregunta volaba sobre el cuarto que ni él podía formular, estaba cansado. De pronto se rompió la paz sepulcral con el sonido de su móvil, los párpados se abrieron hasta la nuca y mostraron sus ojos cristalinos, casi se cayeron al suelo pero no había tiempo para una cirugía improvisada. "¿¿¿Dónde coño está el puto móvil???" El sonido continuaba hinchando de música la casa pero el eco impedía su localización. Cada vez más tenso y nervioso levantaba, movía, tiraba y pateaba cualquier objeto que le cerrase el paso u ocultase cualquier objeto que a su vez ocultaba otro. Carcasas de cd´s, cd´s sueltos, bolígrafos sin capuchón, un calcetín divorciado que copulaba con una zapatilla bastante cerda, la caja de su cámara de fotos llena de cables que se apoyaba soberbiosamente sobre toda una pila de apuntes hasta casi tocar el techo.
Después de remover cielo y tierra apareció el maldito móvil con su maldita melodía de teléfono de toda la vida "ring ring...ring ring..." Descolgó impaciente:

-"¡Qué pasa tío!¿Te bajas a tomar unas cañas o qué?

Eran las ocho de la tarde del día siguiente a la despedida unilateral y lo que menos quería era salir a "divertirse" con sus amigos, pero quizás sería lo mejor. Despreocupado y sin prisa se vistió, intentó buscar la misma pareja de calcetines pero no fue posible, uno de invierno algo roto y negro y otro de verano blanco, menos mal que las zapatillas eran fáciles de encontrar.
La boca del metro estaba cerca, bajó por su laringe mecánica y una vez en su estómago tomó la dirección del encuentro. Afuera de las tripas de la cuidad se encontró con un gigantesco hormiguero, había muchísimas hormigas, todas en diferentes direcciones y sentidos y con olores infinitamente dispares que formaban una amalgama imposible de digerir además de ser tóxica, olía a vainilla en exceso, a hojas de menta, chicle de clorofila, olía a puta, a proxeneta a la parrilla, a humo del tabaco que fuman los coches y que el agua de ayer no se pudo llevar.
El primer bar estaba casi vacío y sus escasos ocupantes no se movían de la barra; al fondo una pareja hablaba afablemente y cerca de nosotros, que nos sentamos en tres taburetes cerca de la puerta, dos críos a la última con piercings y tatuajes comentaban sin mucho interés mientras sus dos amigas recién salidas del colegio de monjas, más animadas, ensayaban pasos de baile. Parecían teletubbies. Dos litros de cerveza, tabaco de liar y planes de futuro entremezclados con fútbol y, por supuesto tías, como no, eran la conversación de los tres amigos.
Él ocultó su problema y puso la misma cara de siempre adornada con una sonrisa, ambos mitigados por su mirada cómplice que nunca engañaba.
El siguiente bar estaba más animado, era el bar al que siempre solían ir pero no fueron antes porque todavía no estaría lleno, y, efectivamente, a esas horas ya había bastante gente y buena música, en cierta medida era un alivio.
Esta vez fueron copas para todos. La camarera ya sabía lo que querían y después de los típicos saludos y el "¿qué tal?", los vasos de whiskey con cola ya estaban a punto y preparados y la noche comenzó a animarse hasta que su corazón dio un vuelco cuando se giró y la vio entrar, era la chica misteriosa que se encontraba algún fin de semana de luna llena de sus primeros años locos de universidad cuando hacía el "triplete" de Jueves, Viernes y Sábado. Nunca se hablaron pero a él le hubiera encantado follársela, o que ella le hubiera follado a él. Pero esta vez no estaba dispuesto a disparar su mirada a bocajarro contra sus ojos y se dijo:

"Es la puta típica escena del puto típico chico al que abandonan y sale a emborracharse para olvidar y termina liándose con otra..."

Pero él sabía que eso no resultaría ni funcionaría, así que esta vez pasó olímpicamente, aunque ella nunca se hubiera percatado de su existencia.





jueves, 12 de junio de 2008

Cama para uno [part III]

Se tumbó en la cama y miró el techo, giró la cabeza y vio la arrugada carta en la mesita, parecía que le daba miedo tocarla, cogerla y leerla de nuevo, todavía se podían ver algunas letras, frases en la bola de celulosa. Cuando terminó de leerla por primera y única vez intentó aplastarla contra la palma de su mano derecha, con la que tantas veces le había escrito cartas de amor sin remitente, pero por mucho que quiso imprimir fuerza sobre ella no pudo, en ese momento las fuerzas le flaquearon y sólo pudo hacer de ella lo que veía en ese instante sobre la mesita donde antes había dos móviles, una botella de agua con un cielo cerrado de vapor para dos, a veces sus bragas y otras sus calcetines.
Inmóvil, inerte sobre la cama.
Se lió otro cigarro mientras sus pensamientos de difuminaban entre la bruma, decidió poner algo de música, se levantó y buscó entre sus apuntes y maravillosas cartas del banco selladas con labios rojos algún disco, cd o cassette pero no pudo encontrar ninguno que le apartara de la interrogante de aquella huida. El desorden caótico de aquella habitación le hizo abandonar la búsqueda y optar por "el primer cd que pille", pero la música en ese momento no fue buena elección, en aquellos momentos todo apuntaba a la misma persona, era inevitable. Tuvo una idea, la radio, encendió rápidamente la radio y subió el volumen para escucharla desde la cocina donde encendía el fuego y colocaba la cafetera llena de agua de grifo y café de supermercado. "Huelga de transportistas...supermercados vacíos...los precios suben...por culpa del petróleo..." Recién hecho, acercó sus labios al ardiente vaso e intentó saborear el café pero el calor le hizo apurar su movimiento para dejarlo en la mesa de la cocina. Demasiado tarde, demasiado lento, su mano no pudo aguantar el calor y con la misma fragilidad que arrugó aquella carta que yacía en el otro cuarto la mano dejó caer el vaso de café al suelo, él ni se inmutó, bajó la cabeza y pensó en voz alta: bonito collage. Ahí lo dejó. Se hizo otro café y lo llevó consigo mismo al cuarto donde aún latían débilmente los recuerdos, se sentó al borde de la cama, dejó el café en el suelo, encendió el cigarro con una mano y estiró la otra para cambiar el dial, paró cuando encontró saxofones, clarinetes y trompetas, sonaba Gene Krupa, el humo del cigarro y el caluroso olor a café el sumergieron en otra época donde ella ya no existía. Pero el café se vuelve frío y el cigarro se acaba...
De pronto un brilló iluminó sus pensamientos, que nunca dejaron de rondar sobre ella, se acordó de las cartas del banco, de sus labios rojos milimétricos y perfectos y de su mano derecha, con la que le escribía cartas de amor cuando a penas se conocían. Se lió otro cigarro de camino a la cocina y café amargo en mano se sentó delante de una gigantesca hoja en blanco...

Gene Krupa, I hear music.

martes, 10 de junio de 2008

Cama para uno

Recibió una carta y entre lágrimas la arrugó. Afuera llovía y la noche comenzó a correr su velo entre el cemento erguido, él no tenía sueño, ni mucho menos. Estaba sentado en la cama midiendo el frío con las palmas de sus pies, y estaba muy frío. La televisión solamente iluminaba y los últimos coches caminaban casi silenciosos a sus gélidos y solitarios garajes. Lió un cigarro e inspiró, había dejado de fumar hace cuatro o cinco días. Su mirada estaba completa y desorbitadamente perdida, intentando divisarla a través de los gruesos muros de su habitación y del edificio, intentando que sus ojos saltaran de las cuencas y volaran hasta poder otearla, hasta que sus venas saltaran como una frágil cuerda por la que dos personas tiran en sentidos opuestos. Y entonces quedarse ciego. Con ella aprendió a ver las almas, a calibrar su belleza simplemente escuchando una voz o leyendo unas letras, daba igual el físico pues lo efímero se va, pero la huella que deja un alma dura más que la propia vida, porque dura en las vidas de los demás. Esta vez ese alma de mujer se evaporó porque se fue, y él no sabía a donde fue, y no sabía a donde ir, por eso fumaba sentado en su cama sintiendo el frío en las palmas de sus pies descalzos, recordando la maravillosa figura curvilínea de mujer descansando después de hacer el amor que observaba aún apasionado sentado fumando en el regazo de la cama. La calle estaba iluminada con el color de los vatios, desnuda completamente.

lunes, 9 de junio de 2008

Biblioteca

Impaciente, como un niño sin chupete si te sigo mirando voy a limar mi marfil con el hueso de mis dedos.

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Bostezaba lenta y rebosante, su espalda curvada como la lengua que está a punto de saborear alzaba su pecho hacia el cielo y mi boca famélica solamente pensaba en devorar ese antojo en silencio, con mis ojos.

domingo, 8 de junio de 2008

Silencio

no espero que te enamores de mí,
soy rapero roquero solista abandonado y mc,
soy el rey destronado copulo en tus oídos, los traspaso,
estoy navegando en una isla de hielo en el fondo de este vaso
vivo en un paisaje urbano,
no sé lo que es una amapola hasta que la tengo en la mano
dejé el tabaco y he vuelto
dejé las drogas y he vuelto
dejé la bebida para devolver y seguir bebiendo
para poder seguir contando cuentos, todo mentiras
somos el recuerdo que dejamos en los demás, en sus vidas
¿tienes un papel en blanco? yo lo pinto
dibujar lo que piensas es mejor que hablar, no finjo
he pensado en y he escrito cuatro o cinco
y han llorado todos en el circo,
querían ver risas tartas y brincos
pero hoy el payaso no tenía su día,
la sonrisa no tiene grilletes ni es sumisa
todo van tan deprisa que derrapan hasta las prisas
las familias pasan a un segundo plano,
en el primero las empresas y los billetes en la mano
las tarjetas ya no dan crédito
y los niños más listos repiten, es inédito
ver un intelecto perfecto roto por defecto

las escuelas tienen cáncer, algo tienen que hacer,
la educación es un deber pero...¿quién se va a mover?
la tele miente más que pinocho,
nacho, ¿y tú que vas a hacer?
"¿yo? yo me emborracho tumbo al ocho y viajo hasta el infinito"
por no tener no tengo ni esos besos tan feos que imagino y pinto
así que todo lo que tengo y lo que quiero me lo invento.

lunes, 2 de junio de 2008

Es una pena

Es una pena que ya no podamos jugar con nuestras manos como críos enamorados sin saber qué es eso, la gente nos miraría mal ¿verdad?, y esta edad se está acabando. Podría haber jugado con tus manos y con un simple código sacarte aquella sonrisa que guardan las fotos de tu cajón olvidado, y olvidadas las sonrisas y las fotos, todo menos tú ahora, pero creo que ya es tarde y los patos también morirán y el pan que guardamos se pondrá duro, y los columpios en los que ahora chillan los niños mañana chillarán del óxido, la madera de los bancos comienza a abrir y quebrarse, los mismos bancos donde se abrían solos los libros y donde tuvimos nuestros primeros quebraderos de cabeza, discusiones, primeros besos, regalos y chupetones. Es una pena que ya no podamos jugar con la libertad que nos daba el toque de queda en casa, el tiempo valía mucho más cuando valía. Es una pena que ya no podamos jugar más con las miradas, ahora todo el mundo se tapa los ojos con paraguas, y quizás sea mejor así, yo todavía no quiero ver ojos secos estriados y moderados donde ya no crece la ilusión. Mis ojos gritan aún afónicos y mis manos siempre abiertas pero boca abajo porque no quiero recibir ni mendigar sentimientos sino dar a quién, como yo, todavía quiera jugar en los columpios y tirar migas de pan al agua.

domingo, 1 de junio de 2008

De ti a las seis a.m.

Me golpearon en la nariz, sangré lentamente pensando en la muerte, en poder volver a verte y en las excusas del día siguiente. Mi brecha, primeriza, que curé untando tiza y ni tus besos ausentes ni la oscura brisa camino a casa cerraron.
Tú nunca cierras la puerta.
La sangre presente y tu, ausente, y no te encuentro entre la gente. La sangre quita el hambre, tu piel me desgarra, tengo entre los ojos una señal de guerra y es lo único que me queda, el recuerdo de tu piel de seda.