domingo, 17 de julio de 2011

El deseo de volar de Mildred Ratched

Y mientras la noche elevaba la luna como el telón sedado de un teatro estrellado, el joven Billy Bibbit rasgaba su vida en la habitación de aquella blanca institución. A McMurphy le cortaron las alas con la ventana abierta, pero antes voló muy alto, más alto que ese alambre de espino que adornaba un cielo escaso y cuadriculado que limitaba a toda esa tropa de locos. El jefe no quiso ser tan fuerte como su padre, porque a los más fuertes los perros no les dejan tranquilos, nunca. Inteligente y verdadero consejo. 
La felicidad no está encerrada en la ignorancia ni la tranquilidad la otorga el conocimiento. Todavía no sé qué es la felicidad pero sé que como viene se va, como ellos, el Coronel, Martini y el resto... Infelices sonrientes sin motivo, felices tristes sin razón.
Qué es la vida sino un sinsentido bello, dulce, agridulce, gris y azul...

viernes, 15 de julio de 2011

Gritos aéreos

Construí un puente para que los suspiros llegaran con el sello de la nostalgia hacia el otro continente, pero no me di cuenta que era tan sólo un grano de arena de un castillo que nuevamente volvía a ser destruido por la tenaz marea. 
Era el círculo del vicio salino el que agrietaba aquel puente desde donde intentaba poner un punto y seguido a ese confín líquido bañado por el sol.

jueves, 14 de julio de 2011

El funeral

El silencio sólo era interrumpido por el sonido frío y seco que apuñalaba el costado de la tierra, llenas sus entrañas de cuerpos flotando en descomposición.