Amanece que no es poco, los bolsillos llenos de dinero pero vacíos de amor, ambos rotos. Ahora me acuerdo de tu recuerdo, de hecho, vacilo al volver con el corazón en la palma de la mano (o quizá era en el puño) al pasado y desempolvar el viejo arcón de una memoria olvidadiza y desagradecida. Últimamente amanece a mediodía, un cielo completamente despejado entrevé un sol gris que se esconde más allá de mis intentos. Bajo a la calle y atropello hojas muertas con paso rápido pero sin prisa por llegar, crujen las pisadas marrones hacia la rutina. Salir, cerrar, abrir, entrar... no puedo sentirme más autómata salvo por la ligera diferencia que me une al mundo animal de los humanos: la bebida. Bebo para emborracharme, no para olvidar, porque los recuerdos siempre vuelven, los malos y los buenos. Lo que no vuelve es lo que muere, y por eso vivimos, para mantener caliente esa idea, recuerdo, concepto... persona.
Ahora vuelvo atrás y recuerdo cómo el otoño asesinó esos pétalos señalándome el camino a tu cama. La vida y la muerte se mezclan tan fácilmente como sonrisas intercaladas entre caladas...
and I think to myself...