viernes, 21 de octubre de 2016

Vino picado

Te gustan las canciones tristes,
los payasos en la cola del paro,
los leones que no pasan por el aro,
lo fallos cardíacos de venas grises.

Las pifias del mago, los chistes malos.
El error del delantero ante un gol cantado.
Los aviones derribados, Nirvana y Los Planetas.
El vino frío y picado, el niño sin cometa.

Te gusta pedirme fuego,
decirme hasta luego y prender hectáreas pleurales mientras pierdo de vista tu espalda. Se va el tren dejando un halo de carbón alado en las vías de una calle empedrada. 

Los ceros a la izquierda,
el suspenso en Septiembre,
el primer hilo que abandona la cuerda,
los abrazos rotos.

El galgo famélico, 
el típico estúpido que escupió a Cupido.
El tacón roto, los pantalones rasgados,
el corazón sin motor y los ojos apagados.

La arritmia en poemas, 
las parejas que se quejan y lo dejan.
La esquina que te pierde,
los labios sin remite que te muerden.

El último hilo que nos terminó de separar.

domingo, 16 de octubre de 2016

Paseo dominical

"Que veinte años no son nada,
qué febril la mirada"


Gris. Es como si las fachadas de Madrid miraran al suelo, girasoles sin fuerza motor.
Un anciano sale a la puerta de un pequeño bar y abre su pitillera a mi paso. Su cara es rosada. Lo enciende y le pierdo de vista. Las calles han perdido glóbulos rojos, ya no huele a café y sólo hay murmullo en las plazas centrales donde las terrazas imantan a los restos del fin de semana. Ya casi no hay nada que hacer salvo esconder la soledad con un paseo sin destino, dejando colillas de pan para marcar el camino por el que no volveré. 
Un par de norteamericanos me saludan amablemente, tiene una etiqueta negra con sus nombres labrados en blanco, van elegantemente ordenados. Me dan una tarjeta y me dicen que parezco una persona que ama a su familia. Hace más de 65 millones de años nos volaron la puta cabeza. Me dan la mano y nos despedimos cordialmente. Sólo tengo en mente acordarme de que al llegar a casa tengo que lavármelas antes de masturbarme.
Todos terminamos siempre cerrando la puerta. 

Pero siempre termina entrando algo de aire.

miércoles, 12 de octubre de 2016

Día gris, blanco fácil, gato negro

Las palmas de tus manos, fotosíntesis de una caricia sin avaricia, largo tobogán de metacarpos envuelto en dactilares sin remitente. 

Eres de gatillo fácil, de pelusas entre letras y de gritos en las grietas. Eres eco insomne de almohadas que repiten en Septiembre. Canción de cuna para los que hacemos puzles en el techo de madrugada...

La calle estaba desierta y los paraguas parecían puntos suspensivos en procesión monótona, como las campanas de las 3 en San Ildefonso. Pasaban uno tras otro sin importancia. Ella se paró enfrente, sonriente, tenía la tenia del amor eclosionando su descendencia entre las paredes de la autovía de un solo sentido, donde las mariposas vuelan a ras de intestino, kamikazes hechos polvo de gusano. 
Caía el sudor de aviones sin aliento. La metralla reventaba en el escudo horizontal multiplicándose en lágrimas infinitas que descendían en parábola perdida como bombas de racimo inútil. Sólo causaron baja todos los que pasaron sin percibir la realidad. Todos menos ella. Ella seguía allí, a escasos dos besos de distancia. 

La sonrisa de tu boca. 
           
                             
                               p
                        a            e
                  r                       n
              a                               t 
          P                                       e


Sucesión de dientes valientes volando en suspensión anaeróbica hacia mis mil talones de Aquiles. Día gris, blanco fácil, gato negro.