viernes, 25 de abril de 2014

3 horas y 51 minutos

Llegas a casa, te metes en la cama, crees escuchar a los vecinos de arriba follar, pero parece que hablan. La música de un coche en tu calle "chunda-chunda" y los vecinos siguen hablando, o es la vecina que gime, la quieres escuchar gemir, pero sólo hablan, o crees escucharlos hablar.
Entonces comienzas a escucharte a ti mismo, tu respiración aumenta, tus escuálidos pulmones se hinchan, arriba y abajo, arriba y abajo... Y no te levantas, todo es fruto de la noche, una noche cualquiera de cualquier semana de cualquier año.
Y la escuchas gemir.
No, solamente están hablando, quizá discuten.
Y te levantas y decides escribir lo que está pasando (quizá por engañar al vómito).
Te quedan 3 horas para dormir, pero no importa, coges papel del armario y un boli, "¿dónde coño hay un boli?", y vuelves al dormitorio.
Entonces describes todo como si te hubieras quedado en la cama y sólo lo hubieras pensado.
Y aquí me hallo, perdiendo el tiempo que me queda escuchando lo que quiere oír. 

miércoles, 16 de abril de 2014

En círculos

Se quedó ahí sentado, como sin vida, mirando al vacío, mirando hacia sí mismo, hacia su propio interior con la pasividad absoluta que otorga la heroína recién inyectada, la tranquilidad en la que todo pensamiento fluye a una velocidad inversamente proporcional al estado físico, el momento postcoital, justo después de haberte corrido. Ese es el momento en que el auténtico filósofo aparece, la mirada hacia el abismo interior, asoman los ojos, sólo los ojos, y ven lo que hay justo debajo de aquel filo. 
Entrañas, vísceras, laberintos... Nada.

Y el cuerpo comienza a generar líquido de nuevo, y las bolsas empiezan a llenarse, gota a gota. Y todo comienza a ser lo mismo.
Y vuelve el síndrome de abstinencia.

sábado, 12 de abril de 2014

viernes, 11 de abril de 2014

BeVida

La gente habla de un momento amargo en sus vidas y ni siquiera han probado el café o la cerveza.