miércoles, 29 de enero de 2014

Corriente interrumpida

La soledad no es estar solo, es sentirse solo.
Las calles. Luces encendidas y apagadas. En paz. Balcones blancos, cuartos negros, personas pasivas, plantas en acción. 
Tú por aquí, dirección contraria a mi dirección, paseas con prisa regando de olvido hasta un nunca más que llegará sin darnos cuenta de quiénes éramos hoy.  
El abuelo en el bar piensa con una copa de vino blanco, está solo, los demás vemos el fútbol y él mira, mira más allá de donde podemos mirar los demás. Me pregunto en qué dirección. No dice nada. Nadie dice nada, es el peso de la paja y su volumen. 
Yo sólo miro.
Las calles. Electricidad hiperactiva esperando una respuesta, velocidad de un pestañeo recogida en un gemido de cuello de cisne. Yo la miro, fría, no se inmuta ni cambia de cuerpo, como si pudiera apreciarlo desnudo a pesar del frío. No son rayos x. Es imaginación que ella me regala, se siente sola una noche más, otra noche más.
Como luces que titilan, pequeñas conexiones que hacen el amor en amperios milimétricos, chispas que ocurren cuando cruzamos la mirada en una noche oscura, una noche como esta.

jueves, 16 de enero de 2014

Nueva ciudad, nuevo jueves

Las mentes se masturban, cansadas buscan escapar de la monotonía de otro día, otro día, otro día, otro día.
El problema reside en la búsqueda. Todas esas mentes buscan la X que marca el tesoro, demasiadas monedas de oro con las que no se pueden comprar más mapas.
Y caemos en la repetición, y nos damos a la bebida y a las chicas de miradas fugaces capaces de crear tensión en entrepiernas.
Las mentes se masturban. Caminan con pies de lodo y se esconden tras el telón de la misma obra de teatro, circo a veces.
Suerte que las mentes pueden cambiar de andén, sus conciencias alteradas saltan y cambian de dirección con el chasquido de un dedo que roza bajo las plumas de un edredón empapado de perfumes extraños, cuerpos diferentes, misma fisonomía. 
Nadie más allá de una mirada borracha. Sólo bultos uniformes.
Las mentes copulan, se abren y cierran las pestañas de sus piernas, impuntuales como una cita repetida mil veces.

Esta noche volveré a tropezar, 
pero no en la misma mente.

domingo, 12 de enero de 2014

Dulce Emilia

Emilia, desorientada y perdida. Bañada en recuerdos que se cruzaron en su camino como una autoestopista que guarda memorias del conductor que la recoge. El gran secreto de la vida, la casualidad que abre ese cajón lleno de polvo llamado pasado.
Muy pocas veces los gestos y las miradas habían establecido una comunicación tan profunda y fluida en una obra en la que a veces las palabras sobran.
La familia, ese refugio contra adversidades se ha convertido en una rueda con fugas que gira y gira hasta un posible accidente mortal y moral. El aire se escapa y sus personajes se van asfixiando paulatinamente mientras cada uno intenta remar en un esfuerzo personal e intransferible contra su propia corriente; el amor que nunca existió, el abandono y la mentira de un matrimonio ficticio.
Todos lo saben pero nadie afronta la cara más dura de la vida: la verdad cuando duele.
Menos mal que él, o ella, siempre está ahí cuando se le necesita.

El Amor.

jueves, 9 de enero de 2014

Love is to die

Se nos fue la luz, toda una vida buscándola para acabar en aquellos sucios servicios a oscuras. Tenías tantas ganas como yo de no tener motivos para. Hicimos música sorda y carnosa. Manos arriba, fuera camisetas. Nunca vi un cuadro tan bonito pintado en piel, sin marco, sin límites. Manos abajo, fuera pantalones.
La gente se meaba, golpeaba la puerta, o quizá eran los empujones contra la pared lo que sonaba. 
Mudos, sordos y ciegos. Comunicación bidireccional perfecta. Llagas en los dedos atrapados entre las costuras, cosimos con consecuencias como cirujanos borrachos impacientes por acabar la jornada laboral un viernes oscuro, sin calcular un amanecer que no nos importaba.
Hora de la defunción: el amanecer.

domingo, 5 de enero de 2014

Apuesto mierda

Apesto a noche, apesto a alcohol, apesto a humo. Apesto a ti, por supuesto. Apesto a la distancia que ahoga de fango mi garganta. Apesto a tu elegancia. A tu quiero y no quiero porque puedo pero no me apetece porque careces de los huevos para llevarlo a la práctica. 
Apesto como de costumbre, pero esta noche se me ha pegado una mierda a las zapatillas que no se va ni con disolvente.
Apesto a perder el tiempo. Apesto a nada. Apesto.
Apesto en primera persona, la más importante, la que más huele este hedor. Apesto en presente irrevocable. 
Apesto a abono húmedo bajo tres metros oscuros de olvido obligado. 
Mis piernas cierran puertas hasta la temporada de verano.

No molesten.


sábado, 4 de enero de 2014

Miradas

No quiero volver atrás.
Duele.
No quiero asomarme al futuro.
Vértigo.
Y el presente...
El presente se va, se oxida demasiado rápido, se asfixia. 
El presente que vivo lo convierto en pasado.
El futuro que espero mata un presente que ni siquiera percibo por estar mirando hacia un horizonte que nunca parirá ese tren.
Y yo esperando, sin paraguas, con cerillas mojadas y un reloj que no se cansa. 
La mirada del perro al que han molido a patadas, la del niño castigado, la de la derrota y el cansancio. La mirada abatida bajo la venda. 
El sudor y una lágrima.

El andén repleto de gente con paraguas.