miércoles, 19 de diciembre de 2018

Friday's special

Suena Soma y la bailarina de vinilo gira y gira sin marearse, todos están presenciando cómo escribo la primera página de mi autodestrucción. Es una página en blanco que nació ya arrugada, un aborto de imaginación desgastada en los baños de lugares a los que nunca volví, o creo recordar no haber vuelto.
Me quedo con el recuerdo de tus medias perfectas y me pierdo en la ingle que da nombre a tu cara desgastada. Me quedé en aquel bar de aquella calle de aquel lugar de aquella ciudad en la que nos cruzamos sin querer saber que nos conocíamos de otro bar de otra calle de otro lugar de la misma ciudad. Me quedé frío y solo, que al fin y al cabo es lo mismo que levantarse un viernes a las 7:10 de la mañana e irse a casa un sábado a las dos de la tarde.

jueves, 29 de noviembre de 2018

No hay amor

Llegó a casa taquicárdico, tiró la colilla de su cigarro al suelo del parqué y se sentó en el sofá como el paciente que espera en urgencias, silenciosa figura de cuatro.
Agarró un mechero bic, grande, azul cielo, ovalado como la mirada cómplice del compañero de mus que tiene tres cerdos y un as.
No tenía gas. Tampoco quería bajar a comprar un nuevo fuego así que, encerrado en su cueva puso a prueba sus huellas digitales, primero la del dedo obeso mórbido de la mano derecha. Su insistencia hizo desaparecer dos números de su dni. Luego pasó a su mano izquierda, dedo progre.
Salía un humo fino que ascendía fatigado escalador con gran pájara.
No había fuego ni blanco y negro en aquella habitación donde el calor del color amarillo se diluía a pocos metros de una sombra encogida ya, sin posibilidad de fotosíntesis para la hoja marchita de la paciencia.

jueves, 13 de septiembre de 2018

De ida y ¿vuelta?

De tanto que me querías,
y mi corazón con estrías,
con las venas* llenas de amor (dar)
y las arterias** vacías. (recibir)


*Las venas llevan sangre de los tejidos al corazón. Sus paredes son más delgadas que las arterias.
**Las arterias llevan sangre del corazón a los tejidos. Sus paredes son gruesas y expandibles.

martes, 17 de julio de 2018

Hace veinte años

Cada vez que vuelvo a mi ciudad suelo pasar por una calle desde la que siempre veo aquella ventana pequeñita, redonda y roja. Siempre la miro porque al verla retrocedo en el tiempo por un instante, sonrío y continúo caminando comprimiendo un pensamiento que parece que no se borra, o no quiere irse.

Fue hace mucho tiempo, la palabra feminismo sonaba a superioridad femenina, había manadas pero no salían en la tele, había violencia hacia la mujer, pero no era violencia, se silenciaba con amenazas, las mujeres, como hoy todavía, cobraban menos que los hombres. 
Esa ventana daba a una habitación abuhardillada donde compartí por primera vez cama con una chica. Todo iba a ir genial.

Nos metimos en la cama, todo estaba yendo genial. Todos mis amigos ya lo habían hecho y yo sentía que esas larvas que arañaban a su paso por mis entresijos saldrían catapultadas por aquella ventana pequeñita, redonda y roja convertidas en mariposas multicolores a la mañana siguiente.

Y entonces ella, como despertando de una pesadilla, abrió sus ojos y volcó en mí un empujón en forma de aire.

¡PARA!

Yo me asusté y paré. Le pregunté si todo iba bien y ella respondió con el mismo imperativo.

Paré y, sin saber qué había hecho mal, en silencio, me aparté. Innato.

Dormimos hasta el día siguiente.

lunes, 11 de junio de 2018

Unos cuantos sentidos de más

Los chicos con las chicas, 
las chicas con los chicos...

Cada calcetín con su par, mismos zapatos, cordones de los mismos colores. 
"Estamos matando al número impar"-dijo mientras besaba el borde de su taza de black coffee.
El silencio sólo* es incómodo cuando es silencio. ¿Acaso los ojos no hablan, los gestos?
"Quiero que te vayas, quiero irme de aquí", es lo que pensaba ella delante de mí cuando la comunicación verbal se desvaneció. Lo noté y el silencio se hizo cama de agujas oxidadas. 
Todos miran el móvil cuando van al servicio.
Yo me meé encima por no perderme una mirada suya, incluso las que hacían parábola sobre el resto de seres humanos en aquella terraza de gente sin importancia. No es tan fácil golpear el cristalino de la mujer que tienes delante y penetrar en sus pensamientos. A veces no hace falta, la mirada habla por sí sola pero mis yemas suspendieron braille en segundo curso. La universidad fue muy dura para mí, por eso decidí jugar con el haki mientras bebía litronas de hachís. Es tan importante mirar, ver, observar las flechas que van hacia uno como las que ella lanza a su alrededor. Trescientos sesenta grados de globo ocular. Como la Luna, solamente vemos una parte de sus ojos, ¿qué guarda el resto?
Y la mirada cogió el ascensor al sótano de su entrepierna. Piel que la vestía de mujer y marcas de mis dientes que le faltaban. Tacto del gusto al arco de sus movimientos que podía oír a cada milímetro de traslación y rotación.
Ella era el Sol y la Tierra.









*Sigo acentuando sólo. Es algo personal.

jueves, 10 de mayo de 2018

Antonio Machado

No recuerdo bien si eran cables rojos o vísceras lo que nos ataba. Un laberinto de carne dura y dunas que levantaban tus costillas flotaban en la densidad y el color del licor de granadina. Suave como despertar tras un coma, tras ese sencillo susurro de aire que precede al intercambio de saliva viscosa y dulce de un caracol en celo.
No recuerdo bien cuándo fundiste los plomos de aquella avenida, no recuerdo cómo, sin levantar cabeza, dibujaste en el cielo tallos germinando a la velocidad de fuegos artificiales. 

(El proceso de escritura puede darse de miles de maneras, por ciencia infusa, por vivencias bien o mal filtradas a la taza de café, tras un largo, o no, proceso de lectura y aprendizaje... Yo bebo y fumo hasta que algo sale)*.

No recuerdo cuándo escribí esto, cuándo te conocí y si te conocí pero todo apunta a que la respuesta es ahora.

Hoy es siempre todavía, toda la vida es ahora. 


*Parón en el proceso creativo debido a la falta de ideas y/o la imposibilidad de alcanzar un estado alterado de conciencia. Otro cigarrillo y un nuevo trago.

miércoles, 14 de marzo de 2018

Lluvia

Hace poco leí algo así como "No hay que sentirse vivo, sino humano".
Iván Ferreiro dice que en la tristeza hay belleza. Creo que piensa que no hay nada de malo en estar triste, que no debemos aplacar ese sentimiento, tan natural como la felicidad.
Podemos volver a ese "Es mejor haber amado..." del poeta inglés Alfred Tennyson (no sabía quién lo dijo, lo he buscado en Internet).
Es mejor haber sido humano que no un mero pasajero de la vida. Es mejor tener grietas, ser imperfecto.

Lou Reed se mezcla con el sonido de la lluvia rompiendo en las ventanas, algunas gotas de agua se cuelan curiosas en casa y me preguntan qué me pasa. Intento sentirme humano, pero cuanto más humano me siento, menos vivo estoy. 

Existe una felicidad vegetativa en las canciones tristes. Una luz latente que asoma con determinados acordes y voces. La ansiedad, los trastornos obsesivos compulsivos, el recuerdo envuelto en óxido debajo de las uñas, la suave sensación del dolor inyectado y su incorporación a la corriente sanguínea. Es entonces cuando la respiración se ralentiza, cuando podemos ver cómo nacen y se marchitan las hojas fotograma a fotograma, cómo rompen kamikazes contra el cristal las balas, cómo el tiempo se pasa y cómo pasamos  pasajeros infelizmente felices por esta acera encharcada de vida.

jueves, 8 de marzo de 2018

Ellas

¿Y si fuera así siempre?

Libros sin musas.
Calderos sin brujas.
Hijos sin madres.
Vacías las calles.

Quizás merecemos

hojas en blanco,
pociones inocuas,
hijos con hambre
y calles desiertas.

miércoles, 21 de febrero de 2018

Idealizar

De ideal e -izar.

1. tr. Elevar las cosas sobre la realidad sensible por medio de la inteligencia o la fantasía.

(Generalmente la gente idealiza antes de conocer realmente el contenido de la persona)

Me pregunto si algún día podré idealizarte habiéndote conocido ya.
Si seguirás siendo para mí como lo eras cuando te idealizaba antes de abrir el diccionario y buscar tu nombre.

Supongo que la decisión no es tuya ni mía. Me temo que sólo nos juzgará el tiempo y su balanza en la que, al menos, tú y yo ponemos el peso de nuestro pensamiento. 

Y me pregunto en qué piensas ahora. 
Y me pregunto en quién pienso ahora.



lunes, 12 de febrero de 2018

No sé

No consigo encontrar la tormenta perfecta ni el ojo del huracán, 
ni la senda a tu secta ni las pistas que dejas tras tus pasos de alquitrán.

jueves, 25 de enero de 2018

Algo se nos está pasando (inyectado de cafeína)

Inyectado de cafeína meditaba acerca del futuro. De cómo, con el paso del tiempo, unos se vuelven más comprensivos y otros más testarudos.
El tiempo, la oxidación de sus células, era el único elemento que transportaba con éxito sus ideas de un extremo a otro, siempre con esa paciente comprensión que sólo él ofrece, sin esperar nada a cambio.

Salvo nuestro propio tiempo.

A ese reloj de arena le quedaban ya pocas playas.

Era una mañana casi abierta, el pulso del barrio comenzaba a bombear con ritmo los quehaceres de sus glóbulos rojos.
Es una pena que se nos pasen tantos detalles. 
La terraza de la plaza era un desierto de palmeras de tela, solamente salvaba esa constante de tempo exacto aquel oasis con forma femenina y zumo de naranja.
El mendigo de la calle pez, vecino recién llegado, buscaba nada y contaba los pasos restantes cabizbajo hacia cualquier mirada cómplice que le alimentara con una conversación que nunca llegaba.

Se nos está olvidando dar de comer al corazón.
Tenemos el estómago demasiado lleno haciendo la digestión.

Inyectado de cafeína, caminaba por la calle buscando un detalle que le trajera el mar a Madrid. Buscaba una mirada que nadie le regalaba.

Porque una mirada con marea no se encuentra en cualquier playa.

miércoles, 17 de enero de 2018

El tiempo y lo importate

A veces es necesario escuchar ese impasse que acaricia la aguja entre canción y canción. Es como escuchar el silencio de un surco sordo al que nadie ha regalado una cuerda vocal. Es como mirar sin hablar. Monotonía aparente que se repite siempre tras los mismos vidrios. Entre canción y canción conquistamos el mundo, allí abajo, en la cola del supermercado, cuando nos cruzamos de madrugada camino al trabajo, en la barra del bar y en el autobús. 
¿Escuchas cómo suena mi piel de plástico sobre la aguja de tu mirada? 
Soy música.

lunes, 15 de enero de 2018

Accidente Cardio Vascular

Fue un accidente, nuestros cuerpos retorcidos entre las sábanas. Pelea de saliva y dientes, me miras y me dices que nos volveremos a ver, sabes que me mientes y cierras la puerta dejando un camino de perfume hecho nudos con el ambiente bajo cero de dos polos hechos trizas de hielo en el dormitorio.

Mañana esta casa tan lejana, tan ajena será un estanque de peces muertos.