miércoles, 27 de febrero de 2013

Ardillas y osos panda

La altura la marcaba la falta de oxígeno. Pero su mente navegaba mucho más alto, en aeroplano con un motor con tos. Cuando respiraba, lo hacía tan fuerte que sus glóbulos rojos le lanzaban hasta la atmósfera. Eran tan sólo cuestión de minutos que su jugada acabase en jaque mate. Entonces descendía en la confortable suspensión que el delicado tacto del opio ofrece hasta su sofá. Se hundía entre la espuma artificial y atravesaba con sus oídos la pared.
Una figura femenina se deslizaba por la casa adyacente con el sigilo de una serpiente y bajo un paraguas musical que le fue imposible descifrar.
Aquella noche no hubo sonido de muelles en aquella cumbre compartida de gatos nevados.
En ninguna de las dos casas.
Quizá mañana tenga un plato de su veneno en la puerta de casa. O dos paraguas que inviten a un paseo de guantes y bufandas.

Seguro que alguna vez se cruzaron en un sueño compartido. 
Mucho antes que en el portal de casa.

viernes, 22 de febrero de 2013

Borrón y cuenta nueva

Adelante, vamos. Pégate un tiro, dile que la quieres, empieza desde cero, rompe con él, deja tu trabajo, vete sin pagar, escribe en la puerta de los servicios de la facultad, prueba la coca (cola), cuélate en el súper, mete la mano en el fuego, tómate otro chupito de jagermeister, haz autoestop, cruza en rojo, agárrala fuerte y bésala...

Pero haz algo.

lunes, 18 de febrero de 2013

Bomba en París

El tiempo, generalmente, en su trayecto impune, nos descubre como personas humanas, banales y terrenales en nuestras relaciones personales.
Cuando no lo consigue, nos encontramos ante la definición de amor.
El ser humano es la única fuerza capaz de dar electricidad infinita a los aparatos eléctricos que nos alimentan con vida y esperanza. El cerebro y el corazón.

viernes, 15 de febrero de 2013

Higiene corporal

Me he dejado las uñas largas, para arañarte cuando te vuelva a ver. Quiero dejar tu espalda a rayas, surcos del recuerdo, para volver a ti siempre que me pierda.
Quiero hundirme en tu sangre y subir rojo hacia tus labios, colgarme en ellos y que hagamos regaliz con nuestras lenguas.
Quiero que se confundan nuestras venas, como aquellos cables olvidados que guardamos en un cajón más olvidado aún. Cables diferentes que se han amado sin querer con un nudo que nadie ha hecho.
Quiero querer cuando no se me quiera y hacer que me quieras sin querer, como esos cables que se quisieron una vez, una sola vez.