jueves, 25 de junio de 2009

Vomitando estulticias

La barra del bar se erguía con juncos haciendo guardia, mentiras con hielos, humo londinense sabor a ginebra y bragas de colores componían un arcoiris pegajoso de palmas lisas, sin futuro más que la misma noche. Hablamos de banalidades, ¡cómo no! pensando en una noche loca de sexo en colchón ajeno. Sin saber que la mañana nos sacaría tres tubitos de sangre para su colección de carmín. Sólo quedan unas horas para que la luz nos descubra e inconscientes dejamos los segundos pasar sin comernos la boca. Insensatos. Alguien se comió medio diccionario y no sé qué decir, las palabras se han perdido y el tiempo ha ganado el pulso de mi corazón. Latente el paro cardíaco.
¿Por qué te fuiste?
Mierda enseñando las encías y los dientes soltando chispas. Mierda el puño que encierra un deseo atómico. Mierda el disparate de un guión preestablecido y de su cliché de chicle rosa plástico. Mierda tú que me hablas con ojos encendidos y dejas las sábanas gélidas. Mierda el deseo que has parido y que dejas pudrirse. Mierda tu sonrisa desdentada y gris que alimenta el gusano avaro de tripas crudas. Mierda en general para ti, escombro que me lapida.

miércoles, 24 de junio de 2009

Agh

Trabajo
noche
cerveza
calle
varillas
bar
whiskey
tabaco
gentío
música
miradas
mentiras
faldas
tacones
ganas
huídas
venidas
índice
señala
espalda
caricia
aroma
ignoras
palabras
vino
garrafa
luces
cámara
y
acción.
Hasta mañana.

martes, 23 de junio de 2009

En tus entrañas Anaya

Eran apenas las 10 de la mañana, el sol salía como de costumbre con su inusual fuerza a la que estamos acostumbrados a estas alturas del mes de Junio. Salí de casa hacia el centro de la ciudad con el fin de ver pasar a gente, amigos tal vez. Hacía mucho que no me dedicaba un tiempo, quizás no era realmente un tiempo para mí mismo sino para el resto, al fin y al cabo no dejaba de ser una pieza más del rompecabezas callejero, que encajase o no no suponía un problema.
Llegué a las antiguas caballerizas, ahora una cafetería con la misma estructura de antes, donde daban paja seca a los caballos, ahora manducan al hombre con café y tortilla, lleno de yeguas y sementales bajo un techo cóncavo.
-Un café para llevar con leche fría, por favor.
-Será del tiempo-me dijo un camarero en blanco y negro.
-Pues usted dirá caballero-pedí la cuenta.
-1,25€.
El sol golpeaba la impávida piel dorada de la cara este de la facultad de Anaya, y a pesar de su inmutabilidad parecía más expresiva a medida que los días pasaban, como la suma de la piel y los años. En las antípodas de este edificio la paz térmica siempre clavaba la bandera blanca. Toda la noche conservando la calma para ver nacer un nuevo día todavía con el cordón umbilical colgando, haciendo de puente entre el lejano ayer y hoy. Aquel lugar regalaba una brisa casi nocturna que no se encuentra en ningún lugar de la ciudad charra. La sombra ofrecía en las escaleras apartamentos que encaraban casi al mar al precio de la voluntad. Los que no tenían nada que hacer siempre estaban allí, su edad era incalculable, supongo que cuando te has dedicado a no hacer lo que se supone que tenemos que hacer alguien te castiga y te convierte en vividor, mendigo o yonki. Ellos no eran nada de eso pero aún así estaban allí, litrona en mano acompañados de un par de perros pequeños y cigarros baratos. Su apariencia era aseada, dos estaban sentados y otros dos de pie. Todos conversaban mientras, a 15 metros de ellos, me hipnotizaba con el movimiento del café al son de un cigarro recién encendido que completaba un ritual que hice usual hace tiempo. Tenían tatuajes y eran amables y afables, parecían felices. Sus tatuajes recordaban otro tipo de felicidad pasada. Uno de ellos, al que saludé a mi llegada, se levantó, bajó las escaleras y mirando al tendido incendió un cigarrillo. Me miró y se acercó:
-Pues nada de nada, negativo...-me dijo.
Hablaba de unos análisis que hace pocos días se había hecho, como cada año, para asegurarse de que estaba limpio de enfermedades venéreas y de la alta gama de mierdas que pululan por el aire con un arco y flechas infestadas de nombres raros. Me dijo que había follado a pelo con una mueca de satisfacción y alivio. Me asombró su poder aspirante, en tres caladas convirtió el cigarro en ceniza, sus caladas eran pausadamente arrasadoras, cerraba los ojos cigarrillo en boca y se dejaba ir, y soñaba... Al poco rato se perdió entre los árboles y la hierba, entre las escaleras escamadas del Palacio de Anaya y su gente. La vida aquí pasa lentamente y, quizás por eso, las cosas saben mejor, ya sea un café, un cigarrillo o una conversación con un extraño.

domingo, 21 de junio de 2009

Sol y brisa

El sol tatuaba en blanco y negro las sombras de los árboles. El aire paseaba y corría en un susurro aderezado con calor amarillo. Ella pensaba con la mirada, estaba medio tumbada en un banco, la bandera de su coleta apenas se movía salvo cuando observaba la soledad que le rodeaba a izquierda y derecha. Palpaba una contra otra sus rodillas en golpes sabor morse un mensaje que no pude descifrar, anomalía normal en mí.
Saludó a un chico que pasó cerca de ella.
Sus uñas brillaban y reflejaban un rosa blanquecino que no chocaba con ningún otro cristal salvo en los míos. Abrazó sus rodillas con un fácil lazo y volvió a clavar sus morenos brazos detrás de su espalda en un ángulo recto. Su cuello giró
y me vio.
Se levantó y llenó un cubo de basura con una pequeña bolsa vacía de plástico blanco
y se fue.
Me pregunto si en esa bolsa se habrá dejado algún deseo olvidado.
Yo también me fui. La soledad ya casi no me inspira.

jueves, 18 de junio de 2009

Gotas de sol

Llueve calor o son tus gotas de sudor, es amor en el aire o son los besos que tu hombro izquierdo descubierto recibe como sellos mientras caminas a casi 35 grados, son dos cuerpos creando vapor en el asfalto a falta de aire primeros auxilios, puente interbucal donde dos lenguas revisan torres y puntas de marfil tan afiladas que nos emborrachamos con sangre ajena sin importar de qué país son nuestras venas.

miércoles, 10 de junio de 2009

Nada nos importó

Y los extremos copularon, hicieron migas entre te y pastas tan tarde que las migas se convirtieron en piedras...
Salimos después a tomar algo, celebrábamos un cumpleaños, su cumpleaños. Los ojos verdes de Gabri dejando el baño atrás aparecieron brillantes, recién salidos del lavavajillas. Observé su mirada, ahora gris cenizo, rebosaba amistad entre línea y línea. Guille también salió. El vinilo rodaba suavemente en sus ojos y se hacía más grande a cada vuelta musical.
Armonía pura.
Nada importaba y el tiempo chocaba como moléculas en celo cargándose a cada movimiento con más energía. Las neuronas se daban latigazos eléctricos con cada roce, cada intención, cada mirada... Nada importaba salvo su mirada lejana entre camisetas y tejanos, entre jóvenes y ancianos, entre días y años luz que nos separaban, apenas unos pasos entre la multitud. Solamente es un sueño apalabrado y labrado entre licor.
Ella es real y yo un mentiroso, vendí antes de cazar la piel del oso y ahora tengo deudas por amar jugando y jugar a amar, por jurar que bebería la piel del mar y por tener una garganta tan seca que limo tu lengua en vez de besarte sin salir preso de las barras del mismo acero que conducen este tren a la estación estéril del año.
Todavía no sé que la sal en las heridas hace daño.

viernes, 5 de junio de 2009

Jueves noche 3:22

Saca las palomitas, están crujientes.

Los pulmones rebosan menta y hierbabuena al son de un himno solemne, todos observan y cantan, tararean (qué bonita palabra) palabras que enlazan con sonrisas aterciopeladas, respiran cielo obsesionadas con un ritmo, es el istmo que nos unió en un compás que empujó sangre tan fuerte que la hizo escapar por debajo de nuestras uñas, pintando de rojo las notas musicales que disfrazaban la noche iluminada por un flexo con forma de aspirina.
El sexo encontró su homólogo delante de él, adversario de ajedrez, amor propio sin propina, profiláctico roto en un puzzle de tres mil piezas, y nos infectamos a base de amor.
Dardos y cerveza, cigarros de dos en dos, fantasía sin historia, noria cuadrada. Soy impar y las medias tintas solamente manchan lo banal, mánchame con tu deseo y mójate en mí, de azul o de negro, toca el extremo sin neutros. Aquí abajo el barro es de los puercos y si las llamas queman qué más da, existe un océano de sal y desiertos de agua, savia nueva y octogenaria con muchas batallas que contar, siempre que tus oídos quieran fornicar.

lunes, 1 de junio de 2009

Going backwards

Y al final la chica muere. Él le dio el beso de despedida mientras llovía sobre su femenil rostro abandonado agua salada de color marrón. La depositó en el suelo suavemente llorando. Sus ojos expresaban dolor. De pronto sonó un disparo. Se abrazaron en un lazo que parecía eterno. Y se besaron. Parecía que todo se había solucionado.

Sin pilas

Quién marca el tiempo del reloj que dicta a golpe de aguja. La imagen de la vida es la muerte recién nacida. La vida es un maldito billete de autobús, de tren o avión, que aporta sentido al movimiento pendular al que estamos sometidos.
(Suena Have a nice day, de Stereophonics)
Todo tan blanco, tan pulcro, tantas flores de plástico en el sepulcro.
Tan insignificante.
Y todavía me da pereza levantarme...

Problema semántico

Le estaba viendo venir, venía de frente y me vio fumando. Me vio fumando y me iba a pedir un cigarrillo. Como el águila que ve su presa y ligeramente cambia de dirección a cierta distancia calculando los milímetros para la perfecta ejecución con la velocidad y precisión adecuadas. Me vio fumando y me iba a pedir un cigarrillo. Yo sabía lo que él quería y la maldita curiosidad hizo que mis ojos tímidamente le mirasen. Él ya llevaba desde el inicio de este relato apuntándome con ojos de perro de Pavlov enganchado a la nicotina y aquel fugaz cruce de miradas no hizo más que afianzar nuestro inmediato contacto verbal y mellar en mi seguridad. Me vio fumando y...
-Oye coleguita...¿No tendrás un cigarrillo por ahí? -escupió el cliché.
-Sí -dije. Y seguí caminando.

Mirando abajo

-La curiosidad me ahoga -me dijo.
-Bonito pozo -contesté- y además con vistas.

Nudo en la garganta

Me pregunto cómo se hará el nudo que inmoviliza a la bella dama entre las paralelas metálicas del tren.

Sexo anónimo sin ánimo de

Se recostó dándole la espalda y su cara se estiró en un gran bostezo de satisfacción. Fue el mejor polvo que jamás había echado y, mientras el sudor comenzaba a enfriarse, se preguntaba cómo se llamaba.