jueves, 28 de mayo de 2009

Sexo, mentiras y salvación

Aquella noche el viento se mudó y a las calles le salían lunares con forma de persona conforme con el espacio y el tiempo, sabedoras de que ninguno de esos conceptos podría ser transformado por ellos y caminaban. Distintas direcciones y motivos del movimiento, por placer u obligación, el placer de caminar bajo una pecera celestial que amaga lluvia, la obligación de salir porque las paredes de tu casa rezuman sudor amarillo y van cercando los escasos metros cuadrados en los que te encuentras, seguramente acompañado por un sofá de lija y una televisión con muchos canales y nada que ofrecer.
Entró en el prostíbulo de la calle 63, un lugar sombrío aunque seguro, despejado de miradas que suenan como el mazo de un juez que siempre mira por encima, una calle con una acera amplia y coches oscuros y vacíos y adornada con tiendas que venden alcohol y tabaco a menores que van a comprar un paquete de chicles sin azúcar y el Herald Tribune a su padre. Era una gran calle, pero solamente cuando la noche la vestía.
Aquel lupanar tenía un aspecto limpio. En la entrada hacían guardia dos grandes cortinas de un material sucedáneo de seda que te acariciaba la cara al pasar mientras su tejido se colaba en tus oídos y hacía intuir lo que te esperaba dentro. Era un lugar en el que nadie te miraba cuando entrabas, por eso le gustaba tanto, se sentía como en casa, ¡qué diablos como en casa! ¡mejor!
La luz era tenue y hacía de escudo para los primerizos. Había sofás de color negro y rojo, en sus mesas algunas copas con el agua de los hielos y otras a medio beber abandonadas por el deseo, que ha subido corriendo las escaleras hacia una habitación. Se sentó en un taburete y pidió un whisky con coca cola. La camarera le saludó, su escote también, y de muy buen gusto le puso el licor carbonatado. Encendió un cigarro y antes de que consumiera la mitad alguna que otra chica se acercó, su mente dibujaba a aquellas mujeres como buitres encerrados en cuerpos de diosa pordiosera, privadas de libertad y de luz, tachadas por una sociedad que no para de meter y sacar su infiel miembro en un coño que ha salvado miles de matrimonios.
-"Hola cariño.¿Qué te apetece?"
Apagó el cigarrillo en un cenicero fálicamente alargado y contestó:
-"Lo de siempre. Que me mires desde abajo y me mientas mientras gimes"

miércoles, 27 de mayo de 2009

Vicios y tecnología

Estaba delante de un niño mientras dibujaba y, viendo su estuche, pensó que los mayores habíamos cambiado aquellos estuches llenos de ilusión por otros estuches llenos de cigarros, habíamos cambiado la ilusión por los vicios que nos aportan algo de ilusión. Olvidamos los parques, gritar el nombre de un amigo que estaba en la otra acera o caminaba delante de nosotros, comprar chicles con azúcar y regalices rojos.
Esperando el transporte hacia el trabajo vio pasar a un hombre que hablaba por un móvil con micrófono. Caminaba solo, balbuceando algunas palabras y mirando tímidamente a ambos lados como si le escoltara continuamente un paso de cebra. Hace tiempo un hombre algo desaliñado y con gafas de la posguerra caminaba por el paseo de San Antonio escuchando atentamente una radio apagada. Habíamos cambiado a un loco por una persona que se dejó adornar motu propio por la nueva tecnología cual árbol de navidad. Sin duda acabaremos casi todos así, más parecidos a un robot que a un loco.
Las pastillas que le daban en aquel blanco y aséptico edificio de puertas mudas se las tiraba a los pájaros migadas en el pan. Ahora los pájaros se han comprado un móvil cada uno y tienen necesidades, stress y contaminan el aire con el humo que despiden sus pequeños pulmones, ya no vuelan.

martes, 26 de mayo de 2009

Interferencias

Interferencias elocuentes,

nada es real salvo la mentira que disparan tus pupilas,

el diccionario se está ahogando en la sopa de letras,

donde nadan jeringuillas.

sábado, 23 de mayo de 2009

Sexo al fin y al cabo

Llegó el verano, fue un parto prematuro. Y los insectos voladores comenzaron a flirtear con la luz de las farolas. Pero era todavía Mayo, finales, y una tromba de agua abortó la cálida noche con su riego inoportuno atentando contra el volador amarillo en su intento de alcanzar la luz. Balas acuosas lloraban desde el cielo y él, hábil, las esquivaba con la suerte del enamorado por la utopía de cupido. Pero no dejaba de llover.
Al final tuvimos que salir de aquel piso-mirador y saborear la sal salada de allá arriba. Pisamos el suelo mojado y dejó de llover, aquel insecto ya no estaba, o sí. No me molesté en alzar mi ebria cabeza que ya volteaba por sí sola.
En toda la noche no volví a acordarme de aquel bicho, una noche en la que las manos nunca estuvieron vacías, vasos de litro, cigarros, cinturas o cuellos con forma de vasija y manos que los sujetaban para beber colmadas de ese licor caliente que llaman sangre, o sexo.
Y como toda cópula trae consigo, después del placer vino la avalancha de calma blanca, un último empujón y nos desinflamos con la última espiración. Todo un poema acerca de lo bonito de lo prometido y las ganas de seguir haciéndolo. Después de un descanso, claro.
Pero no hay descansos y el sexo no para...¡mentira!
Al final acabé solamente solo en silencio suspirando por un poco de sexo de segunda mano, sucio y sibilino pero siempre acompañado. Sexo al fin y al cabo...

lunes, 18 de mayo de 2009

Roe, roe, roe...

Roe el tuétano de mis huesos, como la uña y la pizarra desgarrando lenta y violentamente. Salen mal parados tanto la víctima como el agresor, en este caso ambos coinciden en la misma persona, en el mismo cuarto lleno de vasijas difuntas por gula que siguen tragando lágrima a lágrima las gotas que irremediablemente suicidas se lanzan desde un techo blando y putrefacto fruto de la humedad. Si desde allí nos ve Alguien, debe estar peor que nosotros.
Abatido por las balas con dirección y sello caminaba herido de vuelta a, encontrando solamente consuelo en un coche fúnebre aparcado delante de la iglesia. Ahora los coches negros no imponen tanto como antes, ¿hemos aceptado la muerte mejor que hace años o simplemente la ignoramos?
La muerte consuela, nos dice que tenemos todo el tiempo del mundo, pero yo sigo cabizbajo intentando encontrar en el mapa asfáltico la gran x sin saber que un paso de cebra me puede enterrar.
-"Doctor, ¿qué tengo?"

viernes, 15 de mayo de 2009

Sólo existe hoy

Se confundieron las manos y el cielo, la libertad con los grilletes de algodón de azúcar, las heridas y los puntos de sutura, la miel que brota de la costra. Todo fue una amalgama de metales pesados que cayó sobre los socavones de mis dientes como un delicioso postre tóxico. Y yo pensando en palpar tu entrepierna por debajo de un mantel de papel infestado de lunares blancos con forma de miga de pan. No me gustan los banquetes con disfraces, me gustan los disfraces que la hambrienta luna nos regala, cuando los últimos compases del tango crepuscular comienzan a vestirnos con la oscuridad justo antes de que la luz de las farolas destroce nuestro rostro. Por eso nos refugiamos en la confusión del sinnúmero y nos fusionamos con el licor y más tarde el licor se fusiona con nosotros en las noches donde la reciprocidad no existe.
Mañana será otro día...

jueves, 7 de mayo de 2009

Whiskey on the rocks & roll

Y hoy no llueve. Me quedaré dormido esperando una llamada mientras rasgo mi garganta intentando encontrar la nota adecuada. Otro cigarro se apaga en el cementerio gris, lápidas amarillas, dedos mordidos y uñas escupidas. La mano cuelga del sofá entreabierta, la puerta me mira tuerta y la corriente se cuela aquí haciéndola gritar como si se le clavasen astillas lanzadas con flecha, estúpido cupido me ha escupido y el aire se compacta, es difícil respirar con este calor que llena de brea mis pulmones, whiskey on the rocks and roll mientras espero como agua de Mayo que me sirvas otra copa, guapa. Esta noche no será diferente, beberé y te miraré y esperaré a que me mires y se haga un paréntesis entre ambos hasta que se rompa y te pires. A veces mis ojos balbucean y se tiran de cabeza en los tuyos y bucean en círculos claros y oscuros y terminan por agarrarme de los tobillos y empujarme bien adentro, en tu profundidad donde te respiro mientras efímera desfilas a mi lado como una estrella con los faros rotos.