jueves, 25 de enero de 2018

Algo se nos está pasando (inyectado de cafeína)

Inyectado de cafeína meditaba acerca del futuro. De cómo, con el paso del tiempo, unos se vuelven más comprensivos y otros más testarudos.
El tiempo, la oxidación de sus células, era el único elemento que transportaba con éxito sus ideas de un extremo a otro, siempre con esa paciente comprensión que sólo él ofrece, sin esperar nada a cambio.

Salvo nuestro propio tiempo.

A ese reloj de arena le quedaban ya pocas playas.

Era una mañana casi abierta, el pulso del barrio comenzaba a bombear con ritmo los quehaceres de sus glóbulos rojos.
Es una pena que se nos pasen tantos detalles. 
La terraza de la plaza era un desierto de palmeras de tela, solamente salvaba esa constante de tempo exacto aquel oasis con forma femenina y zumo de naranja.
El mendigo de la calle pez, vecino recién llegado, buscaba nada y contaba los pasos restantes cabizbajo hacia cualquier mirada cómplice que le alimentara con una conversación que nunca llegaba.

Se nos está olvidando dar de comer al corazón.
Tenemos el estómago demasiado lleno haciendo la digestión.

Inyectado de cafeína, caminaba por la calle buscando un detalle que le trajera el mar a Madrid. Buscaba una mirada que nadie le regalaba.

Porque una mirada con marea no se encuentra en cualquier playa.

miércoles, 17 de enero de 2018

El tiempo y lo importate

A veces es necesario escuchar ese impasse que acaricia la aguja entre canción y canción. Es como escuchar el silencio de un surco sordo al que nadie ha regalado una cuerda vocal. Es como mirar sin hablar. Monotonía aparente que se repite siempre tras los mismos vidrios. Entre canción y canción conquistamos el mundo, allí abajo, en la cola del supermercado, cuando nos cruzamos de madrugada camino al trabajo, en la barra del bar y en el autobús. 
¿Escuchas cómo suena mi piel de plástico sobre la aguja de tu mirada? 
Soy música.

lunes, 15 de enero de 2018

Accidente Cardio Vascular

Fue un accidente, nuestros cuerpos retorcidos entre las sábanas. Pelea de saliva y dientes, me miras y me dices que nos volveremos a ver, sabes que me mientes y cierras la puerta dejando un camino de perfume hecho nudos con el ambiente bajo cero de dos polos hechos trizas de hielo en el dormitorio.

Mañana esta casa tan lejana, tan ajena será un estanque de peces muertos.