domingo, 30 de noviembre de 2014

Desde Berlín

Es de noche, siempre es de noche y pocas veces amanece.

Desde Berlín lanzamos bombas silenciosas, con la fuerza atómica de un gesto fuimos capaces de sembrar de vida la semilla del amor tanto como de romper la cara a la dulce Caroline. 

Nathalie Poza y Pablo Derqui han creado su propio e indivisible microcosmos en suspesión dibujado en una habitación rota de vidas más rotas aún, donde la vida titila sin dirección en la autopista cuesta arriba hacia el dolor. 

¿Conoces esa sensación de euforia que te deja sin palabras? Ese momento justo después del chute, cuando los ojos se cierran y el mundo se abre en dos partes iguales, como una manzana golpeada con el frío y seco beso del filo de un cuchillo. Y un corazón dividido, pero con dos semillas.

Así me quedé cuando se bajó el telón.
Y con dos o tres lágrimas menos.




martes, 25 de noviembre de 2014

domingo, 16 de noviembre de 2014

Acabose bonita

Acabose dulce recuerdo. Me mata pensar que pudimos ser lo que no somos ahora. Tu culpa, mi culpa. Nadie.
Quise ser el que era siendo yo ahora, pero sabes que no pude. Lo mismo te ha ocurrido a ti. Sé que no puedes.

Soy Eva.

Y lo siento.

Es la historia de la puta media naranja que rueda sin sentido, sin razón. La que me mató dos semanas yendo tras de ti. 

Con sentido, sin razón.

Baila, baila y no me roces. Quédate las caricias que te di y que no sentiste, lo siento, siento querer haber creído que te quería un poco que ha quedado en un nada.

Tengo tu carta que no te he dado, no te la mereces. Mea culpa. 
Puta culpa de creer en algo, puta culpa de creer en lo posible.
Puto tiempo desperdiciado.

Nunca.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Te pienso

A fuego lento terminé quemándome, puse distancia y morí de frío, me acerqué demasiado y no pude apreciar la pintura.

Las miradas se perdían, se olvidaban tan rápido como las espaldas se veían la cara. Ella va agarrada a un chico, hablan, nos cruzamos y también nuestras miradas. Fin.

La mirada se pierde entre las calles, busca la luz para calentar lo que queda de sangre estival, mudar de piel, deshacerse de las pesadas maletas con ropa que nunca me puse. 

La mirada liviana es el pozo del alma donde está todo lo que hemos ido filtrando hasta ahora, todo lo que ha conseguido escapar de las garras imantadas de la comprensión, la carroña irracional que nos debilita, irónicamente la misma que nos hace más humanos, más fuertes, más amantes en esta especie de guerra de tuertos y desdentados donde ya solamente nos queda jugarnos el cordis,
una vez más.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Los planetas destruidos

Es extraño. 
Un buen día tengo una pesadilla en el parque de atracciones y pienso que no será peor, que el dolor es mi motor para poder continuar. Herida sobre herida hasta construir un rascacielos que desgarre las nubes y colapse los aviones, que reviente la luna para que no me enseñe más tu cara. Sangre seca, recuerdos que todavía palpitan porque arranco la costra una y otra vez.

Y te veo.

Aquí dentro, bañada en rojo entre tejidos óseos devorándome la piel. Dolor para aplacar dolor. Golpe sobre golpe, agrandando más aún el agujero, con el dedo en la llaga, el mismo que recorría tus pupilas vuelta y vuelta en la pista de baile hasta caer exhaustos sin control sobre una cama de espinas. Indeleble.

El dolor es mi motor.