lunes, 31 de marzo de 2008

De camino a...

Aquella hoja seca seguía mis pasos empujada por el viento silencioso de algún sollozo, las palmas de mis pies se fundían con el asfalto creando pozos vacíos vasos del rocío del mañana y la mirada liviana enganchándose en un futuro inmediato a media noche de camino a casa. Señalé al cielo con el índice rodeado por un cordel con el que anudaría la luna de lunes sin nubes, o tu cintura pincelada con perfume y tiraría, tiraría para alumbrar esos besos ciegos que caen en cualquier cuadrante de tu cuerpo imperfecto y por eso peculiar, campo de batalla donde morir y matar, muslos con forma de la culata del rifle sin cañón que fusila mi sien y ombligo trinchera acorralado por deliciosa piel sin necesidad de especias, caricias ficticias porque las invento como invento esta guerra suicida contra un papel con espacios que forman un caudal con forma de mujer, vivo y escondido, escondido vivo observando en el camino pupilas que no responden, cansadas de la rutina lápiz sin mina que ya no puede dibujar más pequeño cada vez, yo no puedo jugar solo a este ajedrez. Vino y tabaco para comer, dejémoslo ir tan lejos como quiera, algún día el mundo se acabará y allí entonces nos encontraremos.

viernes, 21 de marzo de 2008

¿Y si mañana no te levantaras?

Se vistió rápido con lo primero que encontró dispuesto a encontrarse con la chica que creía que quería, antes se pasó por la panadería para comprar una pistola y llenarla con granadina y las minas de lápiz y tiza que había gastado en sus cartas de amor lanzadas a boca jarro contra una pared manchada de cal y cemento, contra nadie, contra el aire que nos separa y nos da vida.
Le pidió amor fugaz a cada cuerpo que le seducía sin temor al rechazo porque siempre hay un cuerpo que está esperando a pasar el arco de la compra en el supermercado, y luego otro y otro y así sucesivamente.
Él consumía cuerpos que consumían, o al menos lo intentaba.
Salió a la calle a amar a lo amable el tiempo que hiciese falta, a hacer el amor, a besar y a follar, a reír, a abrazar y a escuchar la música de muelles sentado en el puerto de la cama balanceando los pies ante el desfiladero del tiempo.
Saboreó el tiempo de cada mujer que le dio lecciones de vida, se adueñó de su tiempo entre copas de whisky y sábanas, entre el calor y el vapor del sudor que provocaba la avalancha sexual entre desconocidos que decidieron unir sus oraciones con una cópula detrás de otra.
Fotografió sus almas con cada pestañeo y llenó su habitación con cada foto de cada una, ahora sus retratos tapaban el color de la cal, trescientos sesenta grados de literatura alumbrados por una vieja bombilla los trescientos sesenta y cinco días de un año a oscuras sin tiritas ni máquina de afeitar, sin conjunciones copulativas y sin espejo siquiera.

sábado, 15 de marzo de 2008

Avenida Monforte de Lemos

Tuve que marcharme para volver a pensar en ti, de hecho nunca te fuiste de mi mente, he escrito papiros que rebosan mandamientos en vano en baños donde la tapa del retrete se tiñe de coca pero las modas se evaporan y lo que queda de cada uno al final son sus propios pensamientos, masa que mueve planetas sin punto de apoyo. Me entristece pensar en el tiempo que no he llorado, en las manos tan llenas de nada y tan vacías de tanto, en la figura que mece a oscuras la cama en la que imagino triángulos que se estremecen hasta convertirse en círculos, en tu cintura erosionada suavemente por las olas del mar fruto de mis gritos al vacío, sigo viviendo en aquel lugar donde las ratas saborean los botones de una camisa de fuerza, ahora soy libre para encerrarme en el desordenado cuarto de un genio sin comillas y para entender que la espera es una mera ilusión, una condena con cadenas donde las miradas que no aciertan aciertan en algún lugar donde sólo estás tú.