martes, 3 de septiembre de 2013

Malasaña

En In my place hay mujeres altas como las nubes, celestiales, preciosas, mujeres que antes eran hombres y mujeres que aún siguen siéndolo. Comparto el mismo aire que pequeños perros que lideran a grandes hombres, hombres fornidos, rapados, calvos, tatuados, hombres con el gusto sexual de mujeres. Todos personas que pintan de arcoiris un barrio diferente.
En In my place hay una escuela de danza que levita en suspensión armoniosa sobre una calle mugrienta gracias a la caricia de unos dedos de marfil blanquinegros.
Clínicas dentales cerradas, donde la única sonrisa es un anuncio olvidado y polvoriento que nos recuerda que la mejor de ellas es la imperfección.

Y en medio de toda esta vorágine cosmopolita, el recién llegado. El perro al que los demás perros olisquean curiosos su trasero.
Me dieron la mejor bienvenida sin apenas intentarlo. Siendo ellos mismos.





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