martes, 14 de diciembre de 2010

El cincuenta por ciento es siempre más o menos

-Qué débil es el ser humano.- Pensaba mientras veía cómo se iba disolviendo en el retrete aquel trozo de papel empapado de sangre que procedía de mi nariz.
Es increíble cómo un gesto apenas perceptible es capaz de estrangular como la mejor de las cuerdas de un piano. Tocar sin tocar, herir a metros, kilómetros de distancia. Es el fantasma que hunde sus uñas donde uno no se llega, cuando el frío congela la llama y la convierte en daga o flecha acusadora, dependiendo siempre de la distancia.
Las raíces rojas crecían en el agua a medida que desaparecían mientras mi nariz tragaba con la mayor de las fuerzas la sangre que no había conseguido salir de allí en un intento de regar el cerebro, buscando el colocón perfecto. Fue un acto inconscientemente vital, como respirar. Recuperar la sangre exiliada era imposible pero no empapar mis tejidos con los glóbulos oxigenados que la curiosidad hizo goteras en mi fosa.
Todo vale en el gran juego*, mantener el equilibrio entre fuerza y debilidad era lo único que deseaba. No quería tener más poder del que mi cuerpo me limitaba, es más, anhelaba ese equilibrio. ¿Alguna vez has buscado emborracharte sin pasarte buscando ese estado ebriamente controlable? Algo así busqué, ser lo suficientemente fuerte pero también lo suficientemente débil. Lo quise todo y ahora sólo tengo unas gotas de sangre menos.


*Rudyard Kipling, Kim.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Fíjate, a kilómetros de distancia has descrito perfectamente cómo me siento hoy: débil, como ese papel que se va disolviendo en el retrete sin oponer resistencia...
intento mantener el equilibrio...

MIL

Ice dreams dijo...

Tienes razón en lo de que es difícil mantener la proporción, es mucho más fácil ser solo fuerte, aunque con el tiempo los fuertes pierden. Es una victoria temporal. Los débiles no llegan a ganar, y los equilibrados... Se podría decir que tienen lo que necesitan.