domingo, 11 de octubre de 2009

Estrella fugaz

¿De dónde procede ese sonido de tacón de madrugada? Toc toc, parece que me llaman esos gemelos motores de un chasis de titanio blanco.
Vuelvo la mirada,
nada.
Meo borracho en un parque con baldosas cuadradas, la cascada dibuja múltiples corrientes que se bifurcan en más caminos entre el cemento, corren y se cansan. La vida se reduce al esquema de la necesidad imperante, mear, querer, comer, hablar...
callar.
De vuelta a casa las calles desnudas pierden su timidez humana y se muestran naturales, nada es igual de día que de noche. Quizás nosotros también cambiemos con ellas. Quizás tan sólo seamos sus pecas, sus cagadas de perro, sus papeles, colillas, chicles, saliva expulsada al desierto por 40 días que alguien tarda en pisarla... Quizás seamos la duda del quizás, la primera o la segunda y última interrogación, la cuestión a una pregunta que tememos o no sabemos formular.
Quizás seamos nuestros deseos.
Aunque sea por un momento.

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