domingo, 9 de diciembre de 2007

Esperando el esperpento

Tía estás fría, toma mi piel, te abrazará sin sentido para envolverte en el mejor de los regalos. Esta fiesta es sólo tuya y sólo tú colaboras tras las horas en las que, sentado, busco la x del mapa cuando en realidad es una y, este confeti que te prometí mentía cuando dije que te diría que te quiero, y a pesar de la rotura de mi cuerpo que no encuentra la cura sigues muda, soltando los acordes de una interrogante detrás de cada susto que se esconde en las esquinas de tu cuerpo cuando rozan con el mío, sin querer. Sin querer llegué pero mentía, te busqué detrás de todas mis estanterías repletas de tonterías que me hacen viejo, llenas de polvo añejo, vino picado. Si te gusta el sabor amargo busca detrás de la barra, al fondo encontrarás la guerra del ego frustrado que pinta con la lengua el aire que nos separa, ese aire eres tú, el mismo aire que me da la vida y que no sirve para nada. Mientras estás ahí sentada lavaré cada palabra para otra, pero siempre serán palabras las que decoran unas manos mudas que tapan unos labios que hablan por los dos.
Dime algo, aquí sentado te miro a través de la distancia, ambulancias con prisa se equivocan de dirección y no puedo esperar para arañarte la boca con mentiras mentoladas sacadas de un fin de semana sobrio, dime algo, aquí sentado te observo escondido esperando a que las luces griten por mí y me acerquen a tu casa para llevarte el confeti. Dime algo, aunque no sea tu invitado.

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