lunes, 3 de diciembre de 2007

11:00

Había quedado con ella en un parque, hacía mucho tiempo que no se veían pero ninguno de ellos estaba nervioso ante tal evento, uno de ellos mentía un poco. Cuando ella apareció estaba muy mayor, rozando la vejez aunque una cara así no se olvida, por preciosa y por la precisión de unos rasgos que jugaban con la vida de unos ojos empapados en sus células que formaban un conjunto de acordes que le hacían respirar como si hubiese descubierto el cuadro que nunca se cansaría de mirar, habían pasado muchos años, quizás diez o veinte o treinta, y no se había percatado el que esperaba que él también había envejecido, uno de ellos era feliz, el otro un poco, el mismo que mentía porque estaba nervioso.
Dos cafés con leche entablaron una risueña conversación y un beso casi en los labios cerró la despedida.

No hay comentarios: