jueves, 2 de febrero de 2012

Huida hacia la vida

Hoy he sentido la necesidad de correr. Correr para huir de lo que repelo y me repele, huir para acercarme a lo que me atrae, huir para escapar de lo que me hace mal, huir para encontrarme con lo que simplemente me gusta. 
Últimamente necesito alejarme de muchas cosas y sentirme unido a otras, pero cuando huyo para ganar distancia a unos y perderla con otros siempre aparece un inconveniente, una piedra o una zancadilla que surge como la raíz de ese árbol que sale a curiosear a la superficie, lo que me empuja a pensar que el resultado de esta ecuación mental es que las cosas no están colocadas en un lugar por su naturaleza, que no se repelen las buenas de las malas y, por lo tanto, que no existe una dirección posible.
Otdo stáe zemlcaod.
Entonces, ¿por qué corro?
Huyo en sudor para llegarte, hacerte real y que desaparezcas, como el gesto de seda de un ilusionista que terminará con el cardio roto. Y así transcurre esta carrera, paseo, trayecto y/o viaje que algunos nos empeñamos en correr cuando hay que caminar, volar en vez de arrastrarse, pisar cuando hemos de acariciar y confundirnos cuando ni siquiera hay solución.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Fíjate si todo está mezclado, si son curiosas las casualidades y pequeñas las distancias que quizás mientras tú escribías esta huida y probablemente escuchabas a Maika Makovski yo hablaba de ella. De ella y de la obra de teatro que la traerá a Madrid junto a Juan Echanove y la voz a través del tiempo y la distancia de E.A. Poe. Escribiré de ello, pero antes, mientras te leía, inmersa en una atmósfera azul, llena de luz, pero también de niebla (quizás tenga que ver con ella, con las fotos de escena o con esta luz de Madrid) pensaba en que hace poco me he dado cuenta de que estaba equivocada. Siempre pensé que hay determinados momentos en los que es absurdo preguntar '¿cómo estás?'. Ahora sé que, aunque a veces se sepa la respuesta y a veces no, hay que hacerlo... Cuando terminé de leer, tu voz a través del tiempo y la distancia, como la de Poe, me sonó a impotencia, a resignación, a haberte olvidado de aquello de hacer castillos en el aire y pensé: '¿estás bien?'. Ojalá la respuesta sea 'sí'.

beso

silvia dijo...

Buena reflexión.