La cicatriz de una caricia siempre acaba en tobogán hacia tus labios. Es el amor a dentelladas de tiburón, o las uñas impacientes de un empujón impulsivo que no se priva ante el hambre. Mientras yo espero a bajo cero debajo del acero del reloj que nunca llega y me oxido pensando que la arena del tiempo no siempre me enterró por completo.
Aquella arena donde dibujaba, sin querer, unas huellas detectivescas, curiosas y tan profundas como el peso de mi ausencia.
5 comentarios:
La primera frase es muy bella para mí...
Y mientras te oxidas las cicatrices te queman el alma.
que me gustó mucho.
ese tobogán,
ese maldito tobogán.
si todo eso se esconde y sale disparado detrás de un bah...
Creo que vivo en otro mundo :P
A mi me encanta leerte siempre.
Publicar un comentario