martes, 27 de febrero de 2007

Tetrahydrocannabinol

Por primera vez se dignó a abandonar el fino e incoherente hilo que lo unía con el pedestal cristalino de la inspiración con el fin de tejer una vida abierta y moteada a golpes de tinta inyectada desde lo más profundo de una cifra a la izquierda que se duchaba a oscuras, de un solitario cero que encerraba millones de puntos en su interior y que sólo enseñaba a quién no quería contemplarlos y, no contento con las magulladuras sufridas continuaba mostrando.
Volvió a ser crío y reo, infantil y culpable, inocente como siempre fue y castigado por las reglas de la vida que no permitían juegos fatuos en este jardín infestado de cristales puntiagudos y hojas secas de flores deshidratadas que acostumbraba a inspirar.
Ahora, desorientado por la serenidad se ha vuelto más débil y como consecuencia un adicto a esas pequeñas cajitas de colores que invitan al consumo impaciente de la vida, exponencialmente huraño y huidizo de la socialización a la que irremediablemente estamos expuestos intenta no basar su felicidad en nadie ni en nada, salvo en sí mismo, borrando números de teléfono de amistades de papel que un día fueron proyectos de un imperio a conquistar y que el tiempo se ha encargado de convertir en fuego, humo y cenizas suspendidas a mi alrededor.
Éste es todo el bagaje que queda en mi maleta, de ahora en adelante procuraré viajar solamente con lo puesto.

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