miércoles, 21 de mayo de 2014

Un trozo invisible de este mundo

Cuando te quedas sin palabras, cuando titubeas, cuando pierdes el equilibrio, cuando nada vale nada, cuando infinito está fuera de tu alcance. Cuando la historia se repite una y otra vez, las mismas injusticias, las mismas balas de los mismos y la misma sangre de los mismos, cuando gritas y nadie te oye, porque en realidad no estás gritando. Porque no tienes voz, te la han robado. Cuando el amor está allá, a lo lejos y casi no hay plata. Cuando tienes miedo y tu alma está seca y encogida porque te has defendido dando hostias a una vida que te las has devuelto multiplicadas por un número tan grande que casi no existe.
Este es el paisaje que Juan Diego Botto ha dibujado hoy en el Matadero. Maletas sin número, números sin persona, personas perdidas en el olvido de una fosa sobre la que pasamos y pisamos orgullosos de lo que somos, sin darnos cuenta de que hacemos aún más profundo ese hoyo. Sin querer.
Me recordó a los niños en los parques que juegan inocentes sentaditos en la arena. De pronto se encuentran con un puntito pequeño y negro que se mueve con cierta anarquía, sin respetar sus límites de esparcimiento infantil. Es una hormiguita. Ellos no saben qué es una hormiga. Cogen sus palas y las entierran, otros las aplastan, juegan con ellas. Las matan. Sin querer. 
De un día para otro se han convertido en asesinos en serie. Hoy son hormigas, mañana caracoles quizá. Se divierten. Sin saber.

"La vida no es sólo comer, dormir y esperar un nuevo día, restar minutos a la muerte."

Un trozo invisible de este mundo nos recuerda que tenemos suerte. Suerte de no ser un número más, de no caer fuera de ese conjunto de personas sin número, o mejor dicho, con otro número. Porque todos sumamos. El problema reside en que unos suman más que otros.
Por eso hoy hemos resucitado un poco a los muertos, nuestros muertos. Los que todavía no tienen número ni nombre pero de los que aún se conserva su recuerdo en fotos que cada vez se desdibujan más.
Por eso debemos gritar, volver a recuperar el equilibrio perdido.
Volver a ser. 



"Te mereces el pan, pero también las rosas."

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aún tengo que digerirla, que releerla, que recordarla, que volver a pasarla por el corazón... De momento hago mías tus pérdidas, la de palabras, la de equilibrio, la de gritos... Últimamente me han hecho llorar en el teatro, llorar y reír, llorar y sonreír, a veces todo al mismo tiempo... Quizás algo esté cambiando y el infinito no esté tan lejos... Me ha gustado compartir ese trozo invisible del mundo contigo. Mil