sábado, 1 de marzo de 2014

A kiss goodbye

Sonrió en silencio, una hamaca de perlas blancas acunó mis pupilas. No dijo nada. Los dos sabíamos que acabaría todo con la luz de un día gris y lluvioso, ella lo sabía más y mejor que yo. Y yo me quedé aquí, paseando, bebiendo y fumando sus dos colillas que había dejado, intentando hacerla volver a base de espirales de humo que enraizaran en músculos, sus músculos, músculos que lamí, mordí y devoré ayer. 
Y ella se quedó allí, tan cerca y tan lejos.

A kiss goodbye.

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