la violenta lluvia confunde la humedad con la tristeza en la caras,
curiosa máscara que todos se han puesto alguna vez.
Ahí aparecen los halagos de pago, en efectivo o con tarjeta aconseja la mirada triste ofreciendo un hombro sobre el cual dormir la pena. Mientras, allá afuera siguen llamando las gotas al cristal golpeando enfurecidas claman venganza quizás, tan sólo quizás.
Un perro carroñero lame el insípido helado que sabe más a suelo que a colores, así sabe la verdad de los labios de los bares, seductores labios de carmín y nicotina que inspiran mientras inspiro, y que se acaban tan pronto como un cigarrillo.
Hoy saldré aunque llueva y quizás salte en los charcos borracho y señale soberbio al cielo de mil verbos devolviéndole el agua que nos ametralla, me da igual si me llevo por delante a decenas de inocentes, no lo hago por religión sólo soy fanático de las letras que alineo en este patíbulo blanco que tiño de lenta sangre negra, ellos dicen que es tinta pero la vida, y su sabor, quizás han tornado mi sangre de color, tan sólo quizás.
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