miércoles, 4 de marzo de 2009

El sofá a las 18:00

Acuoso Marzo, entras llorando sin llamar y te cuelas como el viento sibilante con su aterrador cante, tan profundo que empapa, llega al tuétano y desaparece. Llevas días haciéndonos partícipes de tus lágrimas bañadas en un sol ineficaz que ilumina vagamente figuras que no significan nada, estás ausente. Protagonizas la soledad entre los bastidores de un teatro situado en el metro, un teatro de paso, de paso rápido donde el detalle se ha extinguido y la obra se repite con una aburrida invariabilidad, aquí no hay metro, aquí no podemos enterrar la cabeza y hacer como si nada pasara. Pero lo hacemos. La calle es un metro al aire libre donde una mirada no vale una rubia y los semáforos son siempre una suma perfecta, aunque a veces el ámbar hacer dudar hasta a las máquinas. La mujer y el hombre tenemos un poco de máquina en nuestro interior, y las máquinas también tienen un poco de humanidad entre sus cables, ¿o qué os creíais? Nadie está a salvo, salvo Marzo, que pasa campante entre humanos y aparatos de hierro oxidando este atardecer en el que me tengo que ir porque no llego a clase.

1 comentario:

Anónimo dijo...

qué bien te sienta el sofá a las 18.00horas

me ha encantado... marzo (mi cumple :) )



te quiero