lunes, 16 de marzo de 2009

Viaje desde hasta hacia para por

"Del papel que ella me dio en blanco y yo convertí en letra azul en el autobús de vuelta a Salamanca y que se extravió en el autobús o de camino a casa el 15 de Marzo de 2009 y que he reconvertido con el fin de desahogar la tristeza que implica perder algo con un valor incalculable para mí y que tan sólo significa una hoja doblada dos veces para el resto del mundo"



No hay lugar con más encanto que una estación de autobuses. Todavía es de día, las maletas van y vienen, algunas dicen adiós girando el cuello dedicando una última mirada hacia el andén. La atmósfera que rodea a las estaciones de autobuses debe de ser especial porque hace que las personas expresen su amistad, amor, añoranza por la ida y un sinfín de sentimientos, buenos sentimientos, forjados con la incandescencia de un abrazo mientras se repiten las palabras que ya han sido dichas una y otra vez antes de la despedida. La repetición mecánica de una o varias frases tiende a memorizarse (a corto plazo) y quizás se haga para evitar el olvido, quizás se haga para evitar el olvido.


No hay lugar con más encanto que una estación de autobuses, está oscureciendo pero todavía hay luz suficiente como para dibujar la escena, la luz es escasa pero intensa y las maletas que salen de la bóveda con olor a ropa doblada intentan observar entre algún bostezo y estiramiento si les han venido a buscar. Algunas salen disparadas a la salida sin mirar sabedoras de que nadie les está esperando. Recién llegada, maleta en mano que abandonará en vertical para dar abrazos entre un mar de piernas locas. Tanto los abrazos de bienvenida como los de despedida, los de despedida quizás más, son más sentidos y tienen más significados, son nudos en cuya efímera fugacidad nadie puede desatar, nadie puede desatar.



La llegada implica despedida pero la despedida no implica nada más que tristeza, tristeza que siempre sobra y que se encuentra en un sucio rincón acolillado de cualquier estación de autobuses esperando compartir viaje con alguien que se despida, con alguien que se despida.



Menos mal que las últimas miradas, las últimas palabras, el último tacto de tu mano, los últimos abrazos y los últimos te quiero que decimos con el fin de parar el tiempo no siempre son los últimos, no siempre son los últimos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

no hay lugares con más encanto que las estaciones... son lugares llenos de gente y anónimos, lugares donde el tiempo pasa en ambas direcciones, donde se cruzan miradas desperdigadas, donde el hola y el adiós casi sólo se distinguen por el grado de acuosidad en los ojos... méndez álvaro ahora huele a café, a sonrisas, a un beso lanzado con la mano, como cuando éramos pequeños, a abrazos, a nudos hechos con un te quiero...




no te olvides nunca de lo que te dije en mis mensajes: la primera, una hoja doblada dos veces es una hoja doblada dos veces, lo importante lo llevas contigo y, la segunda, si sabes hacer montañas con granitos de arena es porque sabes hacer castillos en el aire y hasta casas de cartón...



si las estaciones son los lugares con más encanto, los viajes más bonitos son los preposicionales

:)

Anónimo dijo...

milmillonesdebesos


que no falten... como los comentarios pares...

elgritodeltiempo dijo...

veo que sigues escribiendo!
hacia mucho que no pasaba por aquí!