Cuántas opciones entre millones,
tomamos sólo una entre tantas decisiones.
Picas, tréboles, ases o corazones.
Y sólo una.
Las calles respiran, conjunto de células que forman bípedos en continuo movimiento, en pareja, solas o en grupo. Gran arquitectura de piel y huesos. Beben latas de cerveza, fuman y hablan de sonrisas bajo la luz eléctrica de farolas impasibles que todo lo ven.
A veces creo que soy como una farola fundida, apoyado en la puerta del bar intentando buscar cada historia dibujada en esos pasos que vienen y van. Olas de mar de cemento y goma de zapatillas, colillas y basura en la capital.
La calle es lo suficientemente estrecha como para enjuagarse con los perfumes de todos los transeúntes y escupir una flor con manchas de tubo de escape. Es viernes de Venus y la gente vive volátil a ras de suelo desvirgado abierto siempre por dos calles. A veces van a dar al mismo lugar, otras, nos equivocamos. El tono de voz surge como un coro en plena sinfonía con el caos. La proporción áurea de los cuerpos construye un pentagrama de amor al prójimo basado en la puesta en libertad de los reos. Es hora de beber.
Ester pone cañas, pinchos, patxaranes, licor café y vino. Siempre atenta detrás de la barra dando felicidad de cristal por el que mirar hoy.
Millones de opciones, y sólo una:
Romper esas células a golpe de vaso
y hablar mañana del camino no tomado.
TWO roads diverged in a yellow wood,
Then took the other, as just as fair,
And both that morning equally lay
I shall be telling this with a sigh
1 comentario:
Brutal; cuánta realidad!!!
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