Como un funambulista cuando el circo ha cerrado sus cortinas de colores, ese gato acaricia el tejado con sus patitas de bizcocho y observa sentado sobre el barro verde bañado por el Sena.
Amantes con forma de isla perdida se cosen a besos acostados en una esquina, tan sólo sus ojos felinos y unos cuantos charcos son testigos de la brecha que separa a los humanos de los amantes un día de diario.
Las casas parpadean hasta morir, cortinas y cristales opacos no hacen caso, comienza a oler a tierra mojada y pies descalzos mientras el gato se gira tranquilamente y bosteza con la parsimonia de un violinista.
A veces me pregunto quién era el que estaba más solo de los dos.
2 comentarios:
las llamadas antes de salir el sol no auguran nada bueno,
Cuídese,
Un abrazo
Me encanta este relato!!
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