jueves, 31 de mayo de 2012

Otro día

La mañana comenzó a caer en picado desde el momento en el que sonó el teléfono. Respondió con la voz virgen, grave y entrecortada. Respiró profundo. Después suspiro denso y fuerte. Miró a oscuras al techo ciego. Apenas entraban rayos en la habitación. 
Su cuerpo emanaba la ponzoña etílica consumida la noche anterior y su cuerpo era un puzzle al que le faltaba más de una pieza. Trató de erguirse pero fue imposible, así que decidió girar horizontalmente sobre su eje vertebral y dejar que hablase la gravedad. Así llegó a la ventana, dispuesto a tirar de la correa de la persiana como si de un monaguillo sin fe se tratase. Escasos centímetros fueron suficientes para encender en su cara unas cuantas pecas que pegaron aún más sus ojos dilatados como puntos sorprendidos. Su cuerpo era un amasijo de huesos desordenados, nada que ver con una cama casi perfecta, resultado de un sueño profundo provocado por el lanzamiento de codos hacia las estrellas.

Otro día más, otro día menos.

No hay comentarios: