miércoles, 10 de junio de 2009

Nada nos importó

Y los extremos copularon, hicieron migas entre te y pastas tan tarde que las migas se convirtieron en piedras...
Salimos después a tomar algo, celebrábamos un cumpleaños, su cumpleaños. Los ojos verdes de Gabri dejando el baño atrás aparecieron brillantes, recién salidos del lavavajillas. Observé su mirada, ahora gris cenizo, rebosaba amistad entre línea y línea. Guille también salió. El vinilo rodaba suavemente en sus ojos y se hacía más grande a cada vuelta musical.
Armonía pura.
Nada importaba y el tiempo chocaba como moléculas en celo cargándose a cada movimiento con más energía. Las neuronas se daban latigazos eléctricos con cada roce, cada intención, cada mirada... Nada importaba salvo su mirada lejana entre camisetas y tejanos, entre jóvenes y ancianos, entre días y años luz que nos separaban, apenas unos pasos entre la multitud. Solamente es un sueño apalabrado y labrado entre licor.
Ella es real y yo un mentiroso, vendí antes de cazar la piel del oso y ahora tengo deudas por amar jugando y jugar a amar, por jurar que bebería la piel del mar y por tener una garganta tan seca que limo tu lengua en vez de besarte sin salir preso de las barras del mismo acero que conducen este tren a la estación estéril del año.
Todavía no sé que la sal en las heridas hace daño.

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