miércoles, 23 de abril de 2008

Predicción ilusoria

El salón estaba lleno de gente, unos estaban sentados en los sofás charlando y gesticulando con una sonrisa pintada y los ojos dibujando atentamente al que hablaba entre copas de ron y whiskey, cocacola y naranja. La televisión sólo servía de flexo vertical a una mesa llena de colillas limpias y tabaco suelto plantado en ella. Había más gente de pie alrededor de los sofás, centro neurálgico de la fiesta que perdería la batalla a medida que subieran los minutos de celebración. En la cocina se hablaba de chicas y chicos, de fútbol y juegos de niños, peonzas, canicas y cromos, también de muñecas, pantalones ceñidos y tangas de colores. El pasillo de la casa, gran vía paralela al salón, se estiraba y dilataba como si respirase, dos puertas a la izquierda, tres a la derecha y un servicio en frente, por el que pasaría el alcohol de todas las ebrias uretras que festejaban no sé qué.
Existían miradas cómplices que se acababan de conocer, las más bonitas, una mirada cómplice con alguien a quién acabas de conocer es como enamorarse muy rápidamente surgiendo el deseo de explorar todo de esa persona ya mismo, también había miradas tranquilas, ebrias, sobrias, asombradas, miradas que estallaban en cataratas de carcajadas que hacían que esa casa fuera partícipe de nuevas amistades, de nuevos retos y nuevos besos que acabarían el Domingo en la estación de autobuses dando a luz a una nueva ilusión compartida.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

qué bien!!! levantarse y encontrarse con esta mirada cómplice...

pase un buen día
:)

elgritodeltiempo dijo...

me gusta la comparación de la mirada complice con el enamoramiento!
bonita reflexión!

saludos desde el flexo!