viernes, 4 de abril de 2008

París

Lávate las manos antes de tocarme, esteriliza tu boca antes de besarme, envasa al vacío tus ojos llenos del reflejo de ese reloj de arena que no para de llamar a tu puerta, no a la mía. Lejía para tu espalda curvada, pilar y tejado con goteras de sudor cuando hacemos el amor.
Limpia tus manos en mí, bésame con la boca llena, mi lengua será la servilleta doblada que coquetamente limpia tus comisuras, mírame bien, no para que tus ojos sean el reflejo donde pueda observarme sino para poder ver más de ti, donde el tiempo no existe y ambos nos infectamos cuando cerramos los párpados. Mi espalda es el tejado con goteras por donde entran los primeros rayos que te besan a primera hora de la mañana, aunque tú sigues dormida hasta la hora de comer, cuando la lejía ya ha bendecido el largo pasillo que pisas hasta llegar a mí.

1 comentario:

noema dijo...

-AMEN-dijo el algodón que siempre engaña