martes, 15 de enero de 2008

Buenos días

Abrió los ojos y a escasos tres centímetros se encontraba el techo desafiante ante la cima de la nariz...
Se hizo de día hace ya mucho pero yacía en la cama como si nada pasara, en calma. Al rato el suelo dejaba la fría huella en los pies recién levantados, encendía un pitillo sentado mirando al suelo y pensaba en lo mal que lo había hecho mientras contemplaba como se iba el humo, había dormido casi doce horas y no existían expectativas de una tarde fructífera salvo estar encerrado en un cuarto jugando con el tiempo. La vida como la cama, sin hacer y a penas de pie como si de un movimiento mecánico se tratase colocaba la aguja en el surco de un vinilo que cantaba con voz de blues:

"bad, bad whiskey made me loose my happy home..."
Sentado intentaba reconstruir un cuerpo deshecho mediante unos vaqueros, cualquier camiseta y un jersey para bajar a por el pan para hoy, que no daba hambre para mañana sino para hoy mismo. Caminaba a través del pasillo y cuando se perdía el sonido de aquel blues los cascos ocupaban su lugar, siempre aislado del resto, gracias música. Hacía frío pero qué importaba eso, el camino hacia la panadería era una canción, ida y vuelta y todo eran caras, tan solo caras que no podía evitar mirar ansiando volver al hogar para retomar esas líneas que intentaban aproximarse a una definición pura de amor que se había perdido por la falta de uso, caducado.
Volvía a casa y la canción seguía rodando fiel, los cristales empañados que acreditaban el largo letargo comenzaban a llorar lentamente dejando un angosto espacio por el que, como un reo, contemplaba el resto de las libertades individuales tan mecánicas como siempre.
"Ya son las dos, hora de comer".


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