miércoles, 13 de junio de 2007

Vista y gusto

Necesito estar ocupado para desperdiciar el tiempo de nuevo, estar sentado y cavar en el pasado, recordar las viejas caras de la infancia, los amores contados con la mano y los desengaños, a puñados.
Hoy vi una de esas caras que se cuentan tan rápido que te pasas, una cara que atrás fue la cara más bella, las más grande, hoy no era así. Hacía tanto tiempo que no se cruzaban estas dos monedas que la indiferencia era el único aroma que se respiraba en aquella calle revuelta de gente y de humo, la miré cuando no me miraba y seguramente me miró cuando no la miraba, nada.
Aquella cara llena hoy era pequeña, igual que las demás, estaba más delgada y su pelo había perdido el volumen que la alzaba y la hacía volar.
Me di la vuelta para echarle un último vistazo porque siempre he sido muy curioso, sonreía a la sombra de un hombre en el que anudaba sus brazos mientras caminaban, el hombre al que le entregué, el mismo.
Y yo que seguía con esos recuerdos de formol para mantener en un pedestal ficticio a alguien que no existe, sin escuchar a quien me hablaba seguía los últimos trazos con la vista de una pareja enamorada.

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