viernes, 25 de abril de 2014

3 horas y 51 minutos

Llegas a casa, te metes en la cama, crees escuchar a los vecinos de arriba follar, pero parece que hablan. La música de un coche en tu calle "chunda-chunda" y los vecinos siguen hablando, o es la vecina que gime, la quieres escuchar gemir, pero sólo hablan, o crees escucharlos hablar.
Entonces comienzas a escucharte a ti mismo, tu respiración aumenta, tus escuálidos pulmones se hinchan, arriba y abajo, arriba y abajo... Y no te levantas, todo es fruto de la noche, una noche cualquiera de cualquier semana de cualquier año.
Y la escuchas gemir.
No, solamente están hablando, quizá discuten.
Y te levantas y decides escribir lo que está pasando (quizá por engañar al vómito).
Te quedan 3 horas para dormir, pero no importa, coges papel del armario y un boli, "¿dónde coño hay un boli?", y vuelves al dormitorio.
Entonces describes todo como si te hubieras quedado en la cama y sólo lo hubieras pensado.
Y aquí me hallo, perdiendo el tiempo que me queda escuchando lo que quiere oír. 

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