viernes, 4 de noviembre de 2011

Bala de Viernes

Su metabolismo sigue digiriendo la droga consumida anoche, droga brillante que ahora se ahoga tras sus poros asfixiados, tras suspiros empapados de caminos de sal cristalina. Ahora nada importa y no hay razón para esconder esos codos de Miguel Hernández ni miedo de alzar el cristal para brindar en nombre de Charles Bukowski. 
No hay razón para seguir, tampoco para parar.
Ahora que rezuman los segundos de arena movediza, ahora que graniza y tiene que bajar a comprar tiza. Ahora se marchita, pero vendrá luego y después, quizá un mañana o el mes que viene, quizá.
Ahora que todo el mundo habla de lluvia ella pinta una gran palmera en la pared, rompe ese reloj y esparce la arena en el suelo, enciende la luz y dibuja en el techo rayos a su alrededor. Se sienta en la toalla y mira en silencio el mar atravesando cientos de kilómetros con sus dos flechas negras. Saca de la bolsa la crema solar y una pistola cargada, da un trago de whisky y se enciende un cigarrillo. Balada de Viernes.
Pensativa se levanta, se viste mirándose al espejo pero no se maquilla y decide salir a mojarse, a pasar frío. A sentir.
La playa no se va a mover de allí.

2 comentarios:

Celia dijo...

Balada de Viernes.
Pensativa se levanta, se viste mirándose al espejo pero no se maquilla y decide salir a mojarse, a pasar frío.

elgritodeltiempo dijo...

demasiado... la melancolía otoñal no acompaña!