domingo, 17 de julio de 2011

El deseo de volar de Mildred Ratched

Y mientras la noche elevaba la luna como el telón sedado de un teatro estrellado, el joven Billy Bibbit rasgaba su vida en la habitación de aquella blanca institución. A McMurphy le cortaron las alas con la ventana abierta, pero antes voló muy alto, más alto que ese alambre de espino que adornaba un cielo escaso y cuadriculado que limitaba a toda esa tropa de locos. El jefe no quiso ser tan fuerte como su padre, porque a los más fuertes los perros no les dejan tranquilos, nunca. Inteligente y verdadero consejo. 
La felicidad no está encerrada en la ignorancia ni la tranquilidad la otorga el conocimiento. Todavía no sé qué es la felicidad pero sé que como viene se va, como ellos, el Coronel, Martini y el resto... Infelices sonrientes sin motivo, felices tristes sin razón.
Qué es la vida sino un sinsentido bello, dulce, agridulce, gris y azul...

2 comentarios:

Peca dijo...

"La felicidad no está encerrada en la ignorancia ni la tranquilidad la otorga el conocimiento."

Me la aplicaré. Joder, será de las primeras cosas que algún día enseñaré a mis hijos. Enorme.

Anónimo dijo...

por aquí estos días la vida es un sinsetido a secas, si acaso un sinsentido amargo y teñido del salado de las lágrimas de unos padres, de unos hermanos, de unos amigos, de todo un pueblo... a veces no es a la luna a la que eleva la noche, sino a una estrella más de este teatro, comedia a veces, drama otras y tragedias ésta, que es la vida...

MIL