Adoraba el frío y su sensación de indudable permanencia. Ese color azul, el mismo azul que bajó de los cielos y empapó todas las cosas, como una caricia, como una cicatriz que faltaba en su cuerpo. Sentía cierto alivio viviendo bajo su vientre cuando su cuerpo entraba en contacto con aquel estado invisible, un poder que perdió el norte y cubrió la ciudad con un denso suspiro aspirante a cortar cuellos.
Disfrutaba cómo dibujaba senderos en su hermosa piel marmórea, caminos que no llegaban a ningún lugar pero, caminos al fin y al cabo. Peor hubiera sido encontrarse un callejón sin salida, ¿verdad?
Mudos los dedos de sus pies y vapor que pasa tiritando por el tren de su boca, ella adora el frío y piensa que ese mensaje de hielo caído del cielo nunca la abandonará.
6 comentarios:
"caminos que no llegaban a ningún lugar pero caminos, al fin y al cabo"
No te lo creerás, pero adoro el frío porque me inspira un calor mágico.
Tooma :)
Me pregunto cual será el próximo destino de ese tren de vapor...
Exquisito texto señor, yo tambien adoro el frio.
como es ese estado invisible o como puedo conseguirlo?! yo tambien creo que el frio es de color azul, azul claro!
Por cierto wuau por tu publicacion en la revista, wuau porque me ha gustado mucho! :)
Por fin alguien que no odia el frío, me alegro de haber encontrado este blog, se parece a lo que un día fue del mío, gracias.
Ese azul que acaricia... cómo me gusta.
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