sábado, 13 de noviembre de 2010

Huellas en la lluvia

Lo siento pero hoy no he llegado borracho a casa. Siento no tener ese empujón que tantas veces me ha ayudado. No. Hoy no. Parece que se ha ido. Cerró la puerta tan fuerte como el acento monosilábico del agudo y me ensordeció hasta la estupidez. Ya no hay semen que fermente ni mente que sustente esta maceta con brazos de raíz. Ya no hay sol que fecunde la madera en lumbre ni cumbre a la que aspire escalar el hombre.
Sólo hay hambre por la codicia de coser palabras y hacer el mejor de los vestidos. Pero mis materiales son sueños caducos que se quiebran con cualquier gesto y apuesto que la tela se rasgará.
Creo que se ha ido y vosotros, lectores que compartís mi cama, seréis partícipes del abandono. Por eso os dono mis bienes materiales y os condeno al elixir del veneno en vena.
La pena errante que siempre deja la huella del delito del hambriento y su apetito.

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