domingo, 2 de agosto de 2009

Ginebra y tónica

La conocí antes que ella a mí, es lo que tiene ser un voyeur entre el vulgo del fin de semana. Cubierto bajo el paraguas de la nocturnidad le dedicaba mis miradas para esculpirla bien fuerte en mi mente, y finalmente, ella volvió.
Volvió como vuelven los sustos, las sorpresas, los tropezones y los suspensos. Bebimos de la misma copa, se podría decir que la besé, solamente unidireccionalmente porque así fue mi intención, la intención del cobarde que pega un tirón por detrás y sale corriendo, sólo que esta vez me quedé allí, quieto, para que ella me pillase.
Le prometí amor en preguntas que excavaban en la fértil tierra de su personalidad mientras nuestros labios se olvidaron de las líneas paralelas que ambos trazaron años atrás para cruzarse, aunque no hubo accidente.
Ella volvió y nunca más supe qué mierda le rondaba por la cabeza para no haberme comido la boca.

2 comentarios:

mariuca dijo...

Al final queda ese gusto amargo de la tónica... y las vueltas a la cabeza cuando ya van unos cuantos vasos bien servidos con una Hendricks, por ejemplo.

elgritodeltiempo dijo...

veo que sigues por aqui...
yo, a ratos!
me alegro de leerte de nuevo!