viernes, 21 de octubre de 2016

Vino picado

Te gustan las canciones tristes,
los payasos en la cola del paro,
los leones que no pasan por el aro,
lo fallos cardíacos de venas grises.

Las pifias del mago, los chistes malos.
El error del delantero ante un gol cantado.
Los aviones derribados, Nirvana y Los Planetas.
El vino frío y picado, el niño sin cometa.

Te gusta pedirme fuego,
decirme hasta luego y prender hectáreas pleurales mientras pierdo de vista tu espalda. Se va el tren dejando un halo de carbón alado en las vías de una calle empedrada. 

Los ceros a la izquierda,
el suspenso en Septiembre,
el primer hilo que abandona la cuerda,
los abrazos rotos.

El galgo famélico, 
el típico estúpido que escupió a Cupido.
El tacón roto, los pantalones rasgados,
el corazón sin motor y los ojos apagados.

La arritmia en poemas, 
las parejas que se quejan y lo dejan.
La esquina que te pierde,
los labios sin remite que te muerden.

El último hilo que nos terminó de separar.

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