viernes, 7 de febrero de 2014

Rozamos perfección

Fue la inyección directa a la tarta de frambuesa, intestinos doblados bombeando sangre, la rapidez de una idea surcaba aquellas autopistas sin límite, no había nada establecido, no rules in our country.
Más rápidos que una bala, ávidos por todo, impacientes jóvenes en la puerta de los servicios con bolsillos llenos de coca por limpiar. Tenemos que deshacernos de esta mierda lo antes posible. Ese era nuestro modus operandi. Cirujanos borrachos con ganas de operar. Los bisturís brillaban, nuestros ojos más. Nunca se acababa la bebida ni los cigarrillos, ni la música, sólo iban y venían las personas, que no eran más que taxis que nunca cogíamos. Éramos autosuficientes mientras la música gritara bien alto. 
El sol a las 12, dos agujas hacia el norte con las que cosíamos siempre en primera persona, pero del plural e imperfecto(s).
Fue la inyección que motivó nuestros impulsos, nuestras ganas por hacerlo todo ahora siempre. Nunca como si no hubiera un mañana, porque mañana habrá más de lo mismo, precipicios sin paracaídas. Solo un suelo elástico que nos impulsa de nuevo, otra vez, arriba y abajo, meter y sacar, acosar sin piedad ni miedo a fallar. No somos más que una gran bolsa de basura llena de fallos, los acabados, podridos, y los que quedan por pulir.

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