miércoles, 30 de enero de 2013

Pony pony run run

Llevo un par de meses saliendo a correr. Mi idea era hacer deporte, por eso de mantenerse uno, que ya ha entrado en la treintena. Antes, cuando veía a un runner corriendo por la calle, le gritaba en tono burlesco ¡De quién huyes! Mientras apuraba un cigarro sentado en la terraza de un bar gin tonic en mesa (gran placer, por cierto). No comprendía a esas personas.
Ahora sí.
Las vueltas que da la vida, ahora me he convertido en ese incomprendido por parte de un gran número de personas que son como yo fui. Lo que me lleva a pensar que el desconocimiento consciente que aplicamos sobre muchísimas materias, la mayoría, nos aleja del placer que proporcionan dichas materias, no sólo en el ámbito deportivo, sino en la vida en general.
Vayamos al caso contrario.
Los yonkis provocan rechazo, repulsión, incluso asco. Pero siempre me atrajo de manera especial el amor que existe, porque existe de verdad, entre dos adictos que lo comparten todo teniendo nada. Un amor basado en la heroína no es un amor de mentira mientras haya heroína.
Sí, de acuerdo, ¿y cuándo se acabe, qué?
Cuando se acabe la droga se acabará el amor. ¿Acaso el amor no es una droga?
Quizá ellos se amen más que los demás.

3 comentarios:

Unknown dijo...

A partir de los treinta uno empieza a pensar que se acerca al mediodía de su vida.
A mí me pasó hace poco, como una revelación. Pensé en mis padres, en mí, en que dentro de no mucho tendré que ponerme de acuerdo con mis hermanos sobre cómo abordar el tema de su senectud, que ya queda menos para que también a mí me llegue ese día, que la sombra ya no crece por detrás de mí...esas cosas. Nos hacemos viejos Nacho.

Mar dijo...

Intenté empezar a correr hace un tiempito. El primer día se me salían los pulmones por la boca :P Da verguenza empezar. Con todos esos "deportistas" que corren tan relajados y lo hacen parecer fácil, y vos que quedas jadeando después de una cuadra... Duro unos días después me fui de vacaciones dos semanas y claro colgué. Ahora volví, debería retomar el enfrentarme a los de vida sana con sus calzas y zapatillas pertinentes para correr :P
Es verdad que de afuera uno prejuzga. Pasa con las edades. Cuando uno va llegando a ciertas edades se recuerda como veía de más chico a esas generaciones y se sorprende. Muchas idealizaciones de como va a ser uno a cierta edad.
De los amores de "fisuras" no sé mucho, pero lo imagino, aguantarse en el lime. Y sí, yo estoy completamente segura: el amor es una droga. A veces se pasa el efecto... y se acaba el amor.

elsillóndepapá dijo...

Yo, sinceramente, nunca me gustó ni me gusta ni me gustará correr, dejé un poco el deporte al nacer los pequeños y dejé de ir a jugar al fútbol, ahí acaba mi vida deportiva, pero si es cierto, que cuando se ve desde el otro lado la cosa cambia, y lo que nos parecia raro, de locos, pringaos.... ahora vemos que cobra sentido, sentido para quien hace las cosas y no para quien las mira, que es lo que realmente cuenta. me gusta tu blog. Un abrazo