lunes, 5 de marzo de 2007

Imaginando

Lucha sin cuartel, cuarto entreabierto, despiertos de madrugada, ahogados espadachines sudorosos buscan el compás en sus movimientos, inquietos abordan casi los trescientos sesenta grados que sólo se vuelven monótonos y sin sentido cuando no se quiere hacer la guerra, sin tierra de por medio que los separe siguen la contienda silenciosos casi sin abrir los ojos pero con habilidad para desgarrar la ropa sin provocar herida alguna, murmuran las palabras inaudibles e inauditas de los dos en cada esquina del cuadrilátero acolchado mientras demuestran su destreza inagotable en este arte donde ambos ganan o pierden. Exhaustos se devuelven los golpes a cámara lenta como al principio, cuando medían su conocimiento más que su fuerza, porque aquí no vencen los poderosos sino los que se entregan al otro. Espadas enfundadas, abren los ojos para observarse mutuamente y no esperan a entablar el cuerpo a cuerpo ciegos por hacer mella de nuevo con las manos, que sedientas de calor humano buscan cobijo entre articulaciones ajenas con el fin de causar el delirio que sólo una batalla como esta puede hacer.
El viento cerró aquella curiosa puerta y el sudor se evaporó hacia la ventana impidiéndole ver la escabechina entre dos guerreros que se amaban y que terminaron rendidos finalizando un beso eterno.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

guerrero busca guerrera para la batalla.
El guerrero ha sido despojado de su pelaje y para superarlo deberá luchar contra una/s imponente/s oponente/s.
Guerreras! A la batalla!

nituniblog dijo...

[...] volvamos a la preeminencia de las armas contra las letras,
materia que hasta ahora está por averiguar,
según son las razones que cada una de su parte alega.

El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes Saavedra, Capítulo XXXVIII