Amanece y parece que no lo merece, otra fotocopia en blanco y negro aparece a las ocho de la mañana. Los escasos rayos del escaso sol entran sin hacer caso, su intensidad intermitente ilumina un cuarto vestido con el algodón y poliéster de la anarquía. Un mantel de libros, cd´s, hojas sueltas, cartas sin abrir, cables y migas de pan duro hacía invisible la mesa y parecía que los objetos se mantenían en suspensión, como el aire que entra en un cuerpo con ilusión, liviano a través de un túnel anillado de seda se adentra en las bolsas alveolares.
Nacía un nuevo día.
Pero éso no era lo más importante.
Nacía un nuevo día.
Pero éso no era lo más importante.
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