Se ahogan las plantas,
el cristal no refleja nada bueno afuera,
todo se para.
Excepto el tiempo.
Las células siguen envejeciendo un junio sin júbilo, mudo, drogado,
la electricidad da un calor ficticio, sigo teniendo frío.
El silencio es pálido con forma de hilo desgastado que sale del cenicero, espera sin prisa el afilado carnicero con media sonrisa. El día mendiga con una gorra y una cantimplora, bolsas repletas de tiendas en las que nunca ha estado ni estará.
Mañana es demasiado tarde y hoy ya es pasado perfecto.
Es demasiado tarde para sacar la escoba y barrer todos esos recuerdos amarillos agrietados que dibujan un día de junio en el que pude conquistar en mundo y me quedé con este nuevo nudo, castigado sin salir a jugar con la marea.