miércoles, 29 de enero de 2014

Corriente interrumpida

La soledad no es estar solo, es sentirse solo.
Las calles. Luces encendidas y apagadas. En paz. Balcones blancos, cuartos negros, personas pasivas, plantas en acción. 
Tú por aquí, dirección contraria a mi dirección, paseas con prisa regando de olvido hasta un nunca más que llegará sin darnos cuenta de quiénes éramos hoy.  
El abuelo en el bar piensa con una copa de vino blanco, está solo, los demás vemos el fútbol y él mira, mira más allá de donde podemos mirar los demás. Me pregunto en qué dirección. No dice nada. Nadie dice nada, es el peso de la paja y su volumen. 
Yo sólo miro.
Las calles. Electricidad hiperactiva esperando una respuesta, velocidad de un pestañeo recogida en un gemido de cuello de cisne. Yo la miro, fría, no se inmuta ni cambia de cuerpo, como si pudiera apreciarlo desnudo a pesar del frío. No son rayos x. Es imaginación que ella me regala, se siente sola una noche más, otra noche más.
Como luces que titilan, pequeñas conexiones que hacen el amor en amperios milimétricos, chispas que ocurren cuando cruzamos la mirada en una noche oscura, una noche como esta.

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