El sigilo y la paciencia del ladrón cobijado en la cueva de un garaje ronda en una calle tan estrecha como mi respiración, llueve y el agua limpia el asfalto de transeúntes, al fondo de la calle alumbra una vela eléctrica, alta, tísica y rubia, sola.
Mil bolsillos vacíos y tan solo un guante blanco sucio en la puerta del garaje.
Mil bolsillos vacíos y tan solo un guante blanco sucio en la puerta del garaje.
1 comentario:
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;)
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